Cierto hombre que era perseguido para ser encarcelado por una acusación equivocada, corría en busca de un sitio donde esconderse.
Para no ser encontrado, subió a una montaña y encontró una cueva donde refugiarse, mientras sus perseguidores no le perdían la pista.
Se introdujo a la cueva, logrando esconderse en un rincón de ésta, dobló sus rodillas y clamó ayuda al Señor orando así: Señor envía un ángel para que acampe frente de mí y me proteja de los que me persiguen, envíalo Señor, envía un ángel.
Al poco tiempo de estar orando, una pequeña arañita bajo y empezó a tejer alrededor de la entrada de la cueva. Tejía muy afanada….y el hombre exclamó: Señor, te he pedido que me protejas con un ángel tuyo, por qué esta araña? Señor, por qué?….
Mientras se quejaba de la arañita, los hombres que lo perseguían llegaban al lugar y decían: Debe estar por aquí, es el único lugar donde pudo haberse escondido ¡vamos, entremos y apresémosle!…mientras su compañero le respondió: ¿Cómo crees que podría estar en este lugar? Mira las telarañas que hay a su alrededor, nadie ha entrado acá desde hace tiempo . Mejor regresemos, lo hemos perdido.
Muchas veces esperamos ver cosas grandes de la mano de Dios y no tomamos importancia a las cosas más pequeñitas e insignificantes como esta arañita.
Dios sabe lo que necesitamos, no exijamos la forma de como queremos la respuesta del Señor. No ates sus manos, déjalo actuar libremente y de la forma y en el tiempo de Él.
Envió: Mary Larín Orellana (Madrid, España) ( 2.005 )
Extraído de Valores, del Portal Católico El que busca, encuentra. www.encuentra.com