Sobre el Duelo ( del libro No te mueras con tus muertos )

…andando tu camino…

Tus muertos se van por una puerta, que tú no puedes trasponer, ¡ahora!, porque se cerró tras ellos. ¡No los esperes ahí…! Despídelos, para que puedas correr, y espéralos llegar por otra puerta, ¡al final de tu duelo!

Si buscas un camino para reencontrarte con tus muertos, no lo busques llorando, en tu pasado; búscalo, más bien, esperanzado, andando tu camino, hacia el futuro.

¡acepta la muerte y punto!

¡Deja de culparte! Que si le hubiera dicho…Que si le hubiera hecho…Que si hubiera sabido…Que si…

¡Todas torturas, inútiles para ellos y crueles para contigo! Además, “si hubiera sido así”, “si hubieras hecho eso…”, hoy te reprocharías no haber hecho lo contrario. ¡Acepta la muerte, y punto!

 

…a la hora de cosechar

Tus muertos no están en el cementerio.

Nunca estuvieron ahí, salvo cuando estaban vivos. ¿Me preguntas dónde están…? Y no puedo responder por ti. Yo sé dónde están “ para mí ” los míos; pregúntate tú a ti mismo dónde crees que están “ para ti ” los tuyos.

El cementerio es como un surco donde se arrojan las semillas. Ningún sembrador vuelve a remover la tierra para buscar las semillas ya sembradas; regresa al campo a la hora de cosechar espigas…

No te mueras con tus muertos;

¡diles tu adiós!, esperanzado, como despides el sol en el ocaso, la luna y las estrellas en la aurora, sabiendo que a su turno y a su hora, todos volverán hacia tu encuentro.

Estos días de dolor profundo, grises de tristeza, de soledad y de silencio, son como el tiempo del invierno para las plantas…

Pero confía en la vida, ¡que es siempre más fuerte que la muerte!, para que retoñe tu alegría y florezcan tus ganas de vivir.

Como otro nacimiento…

Tú y yo sólo vemos una cara de la muerte; la del otro lado se nos escapa.

Si desde el seno de tu madre hubieras visto nacer un hermano, creo que lo hubieras llorado como muerto, hasta nacer tú y reencontrarlo.

¿Qué sentirías si miraras la muerte como otro nacimiento…?

No te mueras con tus muertos;

¡déjalos que vayan como esa semilla que se lleva el viento, no por el capricho de llevarla, sino para sembrarla en algún lado, aunque tú no sepas dónde!

No te castigues, encaprichada y resentidamente, prohibiéndote gozar de la vida porque perdiste un ser querido. Tu tristeza te destruye a ti, sin beneficiar a tus muertos. Y, cuando ellos partieron, no se llevaron consigo tu derecho a gozar de la alegría de la vida.

Tus muertos tenían sus falencias; no sigas culpándolos por tantas cosas… ¡Los muertos no pagan deudas! Perdónalos, si es necesario hacerlo, dejándolos en paz a ellos y liberándote tú para vivir tu vida.

( … ) Aprende de tus muertos una lección para la vida : es mejor amar a los tuyos mientras viven, que quitarte culpas por no haberlos amado, cuando ya se fueron.

 
 
Extraído del libro No te mueras con tus muertos  ( en el año 2001 )

de René Juan Trossero – editorial Bonum

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Resucitarán para ti

Tus muertos resucitarán “para ti”, cuando hayas aceptado que “murieron para ti”; sólo los recuperas en su regreso, cuando aceptaste su partida.

¡No es posible la alegría del reencuentro, sin sufrir el dolor de la despedida!

No te mueras con tus muertos;

¡llora la siembra de ayer con la esperanza puesta en la cosecha de mañana!

Acepta que la muerte de tus seres queridos te despierta mucha rabia, aunque no sepas por qué y aunque no quieras sentirla.

Tu resistencia ante la muerte te hace rebelarte, aunque no sepas del todo contra quién hacerlo…¿Contra Dios…? ¿Contra tus muertos…porque te abandonaron? ¿Contra…?

No te mueras con tus muertos; ¡déjalos dormir su tiempo como duerme la oruga en la crisálida, esperando la primavera para hacerse mariposa!

Dios no es menos Dios, más justo o más injusto, más bueno o más malo, cuando naces que cuando mueres. O crees en Él siempre, o no crees nunca; pero una cosa es creer en Él y otra es creer en tus explicaciones.

¡Ante la muerte se acaban tus explicaciones!

No te tortures sintiéndote culpable ante tus muertos. ¡Los muertos no cobran deudas! ¡Además, si hoy resucitaran, volverías a ser con ellos como fuiste! ¿O no sabías con certeza que un día iban a morir?

No te mueras con tus muertos; ¡muéstrales más bien, que como el árbol podado en el invierno, lejos de morirte, retoñas vistiendo tu desnudez, devolviendo frutos por heridas!

Acepta y date cuenta, de que tus muertos te plantean un serio desafío : el de tener una respuesta para el sentido de tu vida. Porque mientras no sabes para qué murieron ellos, tampoco sabes para qué vives tú. ¿O no piensas morir?

 

…la vida y la esperanza

Ante tus muertos queridos tu corazón tiene mil interrogantes y tu razón, ninguna respuesta. Resolverás mejor la cosa, cuando preguntes menos y aceptes más.

Las flores que regalas a tus muertos hablan de la vida y la esperanza. También en tu corazón duermen la vida y la esperanza, esperando que tú las despiertes para seguir viviendo esperanzado.

No te mueras con tus muertos;

¡míralos marchar por su camino, hacia su meta, y aprende la lección que ellos te dejan, diciendo que tu andar de peregrino, también tiene un final, al que te acercas…!

Más que con la frialdad de los mármoles, más que con suntuosos monumentos y grandilocuentes discursos, honra a tus muertos con una vida digna. ¡Piensa qué esperas para ti cuando hayas muerto!

Aprende de tus muertos una lección para la vida : es mejor amar a los tuyos mientras viven, que quitarte culpas por no haberlos amado, cuando ya se fueron.

No te mueras con tus muertos;

¡despídelos, como despides las aguas del río que van al mar, sabiendo que volverán mañana nubes, y serán lluvias sobre tu rostro!

Así como los cirios encendidos se queman y derriten dando luz y calor en la despedida de tus muertos, que tu corazón no se derrita en vano, quemándose en el fuego del dolor sino que arda en las llamas del amor y en la luz de la esperanza.

No te mueras con tus muertos;

¡vive este invierno de dolor, que te desnuda como quitándote la vida; pero, recuerda que la savia duerme para retoñar y florecer en primavera!

Parte del dolor que te golpea, cuando despides a tus muertos, se debe a una pregunta que golpea en tu interior, interrogando por el sentido de la vida.

Si respondes de verdad, sincera y frontalmente, gracias a la muerte de tus muertos tú vivirás más plena y auténticamente.

 

 

Extraído del libro No te mueras con tus muertos

de René Juan Trossero – Editorial Bonum

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Quisiera compartir contigo…

Amigo :

tu propia muerte te asusta, y la muerte de tus seres queridos te duele.

No voy a escribir una sola palabra para superar tu miedo o suprimir tu dolor,

porque no tengo esa palabra mágica. Tu verás cómo enfrentar tu propia muerte.

Yo sólo quisiera compartir contigo algunas cosas simples,

para que te duelas sanamente y hagas tu dolor más llevadero,

ante la muerte de los tuyos. Y eso es todo.

Que te duelas, dije, sanamente, a causa de tus muertos,

que te deprimas un tanto y un tiempo, pero no que no puedas vivir,

que te dejes morir porque murió tu madre, tu padre o tu hermano,

tu esposo o tu esposa, tu hijo o tu amigo…

Yo quisiera ayudarte, si me es posible y si tú quieres,

a que sufras sanamente, para seguir viviendo;

porque he visto a muchos MORIRSE CON SUS MUERTOS.

Tus muertos ya murieron, y en tu mente ya lo sabes.

Pero tu corazón necesita tiempo para saber y aceptar que ya partieron.

Por eso tu dolor resurge como nuevo, ante esa mesa familiar

donde un lugar quedó vacío, en esa Navidad donde alguien falta,

en ese nacimiento sin abuelo, en ese año nuevo en que se brinda

y alguien ya no levanta la copa…

Así es el corazón humano:

siempre vive de a poco lo que la razón sabe de golpe.

¡Para la mente los muertos mueren una vez; para el corazón mueren muchas veces!

Extraído del libro No te mueras con tus muertos

de René Juan Trossero – Editorial Bonum

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Me acerco a ti, hermano…

Con el religioso respeto con que se ingresa a un templo;

con la cálida ternura con que se acaricia a un niño;

y con la cuidadosa delicadeza con que se cura una herida,

me acerco a ti, hermano que estás de duelo y sufres el desgarrón de la despedida,

provocado por la muerte, para entregarte estas simples palabras.

Algunas te servirán de alivio y de consuelo, otras te irritarán, ¡seguramente!,

porque no dicen lo que tú sientes ahora. No te impacientes;

acéptalas como indicadoras de un camino, que hay que recorrer con tiempo,

y no como preceptoras de un deber que ya debieras haber cumplido.

Si algo te choca hoy, déjalo, y tal vez lo leas mejor mañana.

Éstas palabras mías no te dirán lo mismo en los comienzos, en el medio

o al final del largo camino de tu duelo.

Tu tienes por delante un camino largo y doloroso, y al presentarte la meta

no es para impacientarte, ni para reprocharte por no haber llegado,

sino para alentarte a seguir andando.

Tú caminas por tu desierto y el sol y las arenas enardecen tu sed;

si yo te hablo de un oasis no es para culparte por no haberlo alcanzado,

sino para alentar tus pasos. ¡Tal vez concluyas tu duelo

cuando estemos de acuerdo, y hayas encontrado el oasis…!

Extraído del libro No te mueras con tus muertos

de René Juan Trossero – Editorial Bonum

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Oración para padres

Señor Dios
Dame un corazón paternal para amar a mis hijos promoviendo su crecimiento
y líbrame del paternalismo, que los ahoga y paraliza.
Dame un corazón libre para reconocer a mis hijos la libertad de ser ellos mismos,
aunque sus caminos no coincidan con mis deseos y expectativas.
Dame un corazón generoso para desear a mis hijos “lo mejor para ellos mismos”
reconociendo que yo no sé lo que es mejor para ellos,
y que son ellos quienes deben buscarlo y decidirlo.
Dame un corazón amistoso para escuchar y comprender a mis hijos
en un diálogo franco y acogedor.
Dame un corazón maduro para amar y aceptar a mis hijos incondicionalmente
y no sólo si son como yo quiero y hacen lo que yo espero.
Dame un corazón inteligente para proteger a mis hijos mientras me necesitan
y retirarme cuando ya no me necesitan,
Sin imponerles una sobreprotección que los irrita y perjudica.
Dame un corazón sabio para discernir lo más acertado para cada edad,
para cada momento, y para cada uno de mis hijos.
Dame un corazón sincero para que tenga la honestidad de no decir
que hago por mis hijos, lo que en realidad hago por mi mismo.
Dame un corazón respetuoso para ofrecer a mis hijos mis consejos
sin imponerles mis convicciones, para entregarles mi experiencia
sin condenarlos y humillarlos cuando hacen su propia experiencia.
Dame un corazón misericordioso para perdonar a mis hijos,
dándoles una nueva muestra de confianza y una nueva oportunidad  cada vez
que la necesitan, para crecer y cambiar superando sus errores y debilidades.
Dame un corazón humilde para que no confunda autoridad con autoritarismo
y para crecer con mis hijos que crecen, sin instalarme en la autosuficiencia
y en la incapacidad de reconocer mis fallas y mis errores.
Dame un corazón fuerte para saber “perder” a mis hijos
dejándolos crecer y partir, porque quiero conocer la alegría
de “recuperarlos” adultos, sin exponerme a perderlos reteniéndolos como niños.
Rene Trossero
 

Que estas palabras te acompañen y te sirvan de guía hoy y siempre.

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