“Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones. Oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna”. ( 1 Tim. 2, 1-2 ).
Todos somos ciudadanos : gobernados y gobernantes. A todos nos corresponde construir una sociedad “mejor”. El Evangelio, y la Biblia en general, no contienen un “programa” de acción política, cultural o económica. Pero sí proponen valores y actitudes absolutamente eficaces para construir una sociedad “mejor”.
El Evangelio es siempre un desafío al corazón del hombre. Respondiéndole con decisión y generosidad, todos hallaremos fuerzas para construir una sociedad que merezca ser llamada “humana”.
Decálogo del buen ciudadano
1.- Que crea que la búsqueda del bien común es posible y se embarque en ella.
2.- Que esta búsqueda la realiza primordialmente, por el cumplimiento de los propios deberes sociales, en particular por el ejercicio leal del trabajo ( manual, intelectual, profesional, artístico ) realizado como servicio a la comunidad.
3.- Que en esta búsqueda atiende preferentemente a los más débiles.
4.- Que en el fiel cumplimiento de los propios deberes sociales estriba la justicia para reivindicar los propios derechos.
5.- Que la defensa de los derechos personales, sobre todo en el campo económico (ganancias, dietas, honorarios, sueldos...) debe compatibilizarla con la satisfacción de las necesidades elementales de todos los ciudadanos en el marco de la situación económica de la República.
6.- Que renuncia a la especulación para enriquecerse con ella, y busca en el diálogo político sincero, las coincidencias fundamentales para edificar una patria de hermanos.
7.- Que sabe que esta meta es alcanzable, en buena medida, por las leyes justas, la mayor moralidad social y la participación más activa de todos los ciudadanos en la cosa pública.
8.- Que sabe, a la vez, que este ideal nunca es alcanzable en la tierra, pero permanece como meta a la cual tender sin desfallecer.
9.- Que por lo mismo, para la consecución de dicho ideal, renuncia a la violencia de cualquier signo y forma, de derecha, de izquierda, física, espiritual, o como sea
10.- Que defiende tenazmente el cuerpo jurídico de la democracia y robustece el alma democrática con la participación activa en la consecución del bien común, sobre todo, mediante un altísimo nivel moral en todo lo concerniente a la vida social.
Mons. Carmelo Giaquinta en Caritas es Compartir, Septiembre - Octubre 1992
Extraído de un artículo de Arnaldo en el periódico El Domingo
Colaboración de Nelda Lloyd ( año 2.002 )
Creo que el texto es adecuado para aplicarlo en este momento político y económico de la Argentina, donde reina la incertidumbre, la angustia, la ira, la desazón y la desesperanza. No sólo los malos gobernantes y dirigentes políticos son responsables de lo que nos ocurre. Miremos en nuestro interior, para que podamos darnos cuenta que clase de ciudadanos somos, y comprometernos a mejorar un poco cada día.
Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.
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