Sembrar

Siempre es mejor construir que destruir. Y sembrar es construir para el día de mañana, para recoger más adelante.

Siembra tu fe, para sostener y apoyar a los que vacilan. Siembra tu abnegación y no la reserves solamente para ti. Siembra tu confianza y Dios no te dejará ni los hombres te fallarán.

Siembra la sonrisa a tu alrededor; la sonrisa hace bien y te hace bien, la sonrisa disipa nubes y suaviza tiranteces.

Siembra tu dulzura y llegarás a conquistar a los hombres, aún a aquellos que tienden a la violencia o a no saber dominarse.

Siembra tu amistad, tu gozo y tu entusiasmo en todos aquellos que lo necesitan, pues así llegarás a hacer felices a los demás y ellos te harán feliz a ti.

Siembra tus sacrificios, aún con lágrimas y sin alarde; todo sacrificio requiere una cuota de dolor y de sangre; pero toda sangre es redentora y toda lágrima es purificadora.

Siembra toda tu vida; que toda tu vida sea una verdadera siembra de alegría, de bondad, de paz y de amor; el que siembra luz, recogerá calor; en cambio, el que siembra vientos, recogerá tempestades.

Colaboración de Cristina Minolli ( 2001 )

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Paz Mundial – Podemos hacer algo

Querido amigo (o amigo de amigo),

Ante determinados hechos parece que nada podemos hacer.

No es así ! Aunque parezca pequeño nuestro aporte, sí se puede hacer algo.

Hoy te propongo pedir por la paz rezando la siguiente Oración por la Paz (individual o con tu familia)

Oración por la Paz

Señor de la Paz

Tu que has creado a los hombres

objeto de Tu benevolencia.

Nosotros te bendecimos y te damos las gracias

por los esfuerzos que Tu espíritu de paz ha logrado:

que el odio se convierta en amor,

la desconfianza en comprensión

y la indiferencia en solidaridad.

Abre aun más nuestros espíritus y nuestros corazones

a las necesidades y al amor de nuestros hermanos,

para que seamos los constructores de la paz.

Que Tu reino de justicia llegue a los hombres de toda raza y toda

lengua.

Que la paz y el amor se extiendan sobre la Tierra.

Que así sea.

Queridos Hermanos en Cristo

Que nuestras oraciones, lleven a la reflexión de los gobernantes de la potencias mundiales, que no DESATEN otra guerra, en la que solo los civiles ajenos a las políticas son las víctimas. Oremos por los muertos en el crimen de Estados Unidos, y que el agredido, no sume con la VENGANZA, mas violencia a este bárbaro hecho.

Invita a tus amigos y vecinos, de otras confesiones religiosas, para que sumemos las plegarias de todos los HOMBRES DEL MUNDO, «QUE TODOS SOMOS HIJOS DE DIOS.

Los eventos producidos en Estados Unidos no son mas que la pauta de que como Seres Humanos nos falta mucho camino por recorrer en la escala de la Evolución. Debido a la cantidad de gente que, inocente o no, ha dejado este plano de existencia bajo estas circunstancias, no podemos pedir mas que cada uno en su idioma, con su credo correspondiente y su forma de orar particular, eleve una oración en nombre de estas personas que hoy sufrieron esta tragedia.

En este momento es importante que cada uno como Ser Humano, eleve una oración pidiendo:

QUE LA PAZ PREVALEZCA EN LA TIERRA.

Este momento es muy importante para todo el planeta. Es muy importante para que nos unamos a través de la oración y entre todos podamos crear una energía suficientemente fuerte como para que la Paz reine. No importa de que religión seas, ni como lo hagas. Solo te pedimos una oración o al menos un pensamiento de PAZ.

Por favor, pasa este email a todos los conocidos; cuantas más personas lo hagamos, mayor será la posibilidad de vivir en paz en nuestro planeta. GRACIAS A TODOS.

LOS QUE DESINTERESADAMENTE PASEN ESTE MAIL. Por favor para pasar el mail, borren todas las direcciones que lo anteceden y envíenlo lo mas limpio posible.

Gracias QUE LA PAZ PREVALEZCA EN en nuestro planeta TIERRA

Por hoy, solo un granito de arena por la paz en el mundo,

Un abrazo de Martín Urdániz ( 2001 )

Colaboración de Cristina Minolli ( 2001 )

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Huellas

Una noche tuve un sueño.

Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor.

Y en el cielo se reflejaban escenas de mi vida.

Por cada escena que pasaba percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: un par eran mías y el otro par del Señor.

Cuando la última escena de mi vida pasó delante de nosotros miré hacia atrás, y noté que en el camino de la vida muchas veces había un solo par de pisadas en la arena. Noté que esto también sucedió en los momentos más difíciles y angustiosos de mi vida.

Realmente eso me turbó y pregunté al Señor: «Vos me dijiste cuando yo resolví seguirte que estás siempre conmigo, pero me di cuenta que en los peores momento había sólo dos pisadas en la arena.

¿Por qué me dejaste en las horas que más te necesitaba?»

Pero el Señor me respondió: «Hijo mío, yo te amo y jamás te dejaría en los momentos de sufrimiento. Cuando viste en la arena un par de pisadas, era justamente cuando te cargaba en mis brazos».

Colaboración de Cristina Minolli

“En vuestras dificultades, en los momentos de prueba y desaliento, cuando parece que toda dedicación está como vacía de interés y de valor, ¡tened presente que Dios conoce vuestros afanes!¡Dios os ama uno por uno, está cercano a vosotros, os comprende!

Confiad en Él, y en esta certeza encontrad el coraje y la alegría para cumplir con amor y con gozo vuestro deber.

Extraído del libro ORAR del Papa Juan Pablo II.

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Al Final de la Jornada

Y al final de la jornada, cuando el día ha terminado y busques descanso para el cuerpo, dedica unos momentos de vuestro tiempo para examinar vuestra conciencia.

Revive en tu mente lo vivido en el día que termina. Lo bueno y lo malo que hayas hecho. Tus pensamientos, tus palabras, tus obras, y … aprende de todo ello.

Al valorar tus actos, pensamientos y palabras, no lo hagas con el fiel de la balanza humana, ve al juez que en nosotros mora, aquel que nos conoce y que sabe todo sobre nosotros.

Y él dará la sentencia justa y sabia. Con la voz de la conciencia que habla al corazón. Aquella que hablará por vos al final de la jornada.

Y no te lamentes del mal que pudiste haber hecho, porque eso destruye. Pero, aprende, sí y enmienda tus errores. Así tu experiencia crecerá y los errores cometidos no volverán a serlo.

No es error caer en falta, sino el volver a caer en ella repetidas veces. Porque entonces ya no podrás decir que no lo sabías.

Y aún mayor error es no saber levantarse cuando se ha caído, porque eso es cobardía. Así, no lamentes tus errores y empieza de nuevo. Porque la vida es un eterno comienzo. Al final de un horizonte siempre hay otro nuevo, y donde termina un camino empieza otro.

Y extrae lo mejor de lo bueno que hayas hecho, para guardarlo como un tesoro en vuestro corazón. Acumula allí tales tesoros y serás rico. Y nadie podrá quitarte tal riqueza, ni aún la muerte que destruye la materia.

Porque esa riqueza es del espíritu, y estará allí donde vos estés. Y es en verdad la única riqueza que podrás llevarte de este mundo.

No atesores pues riquezas en vuestras arcas de oro. Porque no habrá de mirar allí el Padre en la hora de las cuentas, sino en las arcas del alma.

Analiza tus obras cada día y aprende de ellas. Así conocerás un poco de vuestra naturaleza y llegarás al conocimiento de vos mismo.

Así cada día tu hoy será mejor que tu ayer y mañana será mejor que hoy. Y si de verdad sos sincero con vos mismo, cada día serás mejor de los que sos.

Tu vida es como un lienzo en el que grabas tus obras. Creas colores, matices y trazas líneas con tus pensamientos y tus obras. Y cada uno de ellos deja su huella en el libro de la vida.

…Y al final de la jornada, cuando termine tu paso por la tierra te detendrás en el umbral del mundo a contemplar tu obra. Y verás reflejado en ella todo cuanto hiciste.

Tus más recónditos pensamientos, tus más silenciosas palabras, tus más nimios actos, habrán dejado su huella en el libro de la vida.

Mira qué has puesto y qué habrás de poner en tu lienzo, porque de todo eso vos mismo serás el juez.

Y no hay en verdad juez más severo que el hombre cuando se juzga a sí mismo, ni peor infierno que aquel creado por su conciencia.

Porque el Padre nos ama por encima de todo.

 

Colaboración de Cristina Minolli
 
 

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Plegaria de un padre

Dame, Señor, un hijo…

Que tenga la fortaleza de reconocer cuando ha flaqueado;

el valor de enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.
Un hijo que lleve alta la frente en la honrada adversidad de la derrota,

y que sea modesto y gentil en la victoria.
Un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho;

que no se contente con sólo desear en vez de realizar.
Un hijo que te conozca a Tí y se conozca a sí mismo

y sepa que en conocerse a sí mismo se encuentra el fundamento de todo saber.
No lo guíes, Señor, por el camino cómodo y fácil, sino por el sendero áspero, espinoso y difícil donde las dificultades son acicate y reto para vencerlas. Allí…déjalo que aprenda a hacer frente a las tempestades,

a sostenerse firme y seguro en medio de ellas.
Dame, Señor, un hijo capaz de compadecerse de los que flaquean y fracasan.

De sano corazón y altos ideales; capaz de dominarse él mismo

antes de pretender dominar a los demás.
Un hijo que aprenda a reír…pero que también sepa llorar.

Un hijo que avance hacia el futuro sin desentenderse jamás de lo pasado.

Y después de haberle concedido todo eso, imploro de ti, Dios mío, le concedas…
Suficiente sentido de buen humor para proceder con seriedad

sin tomarse a sí mismo demasiado en serio.

Humildad y sencillez, compañeros de la verdadera grandeza.

Una mente abierta e imparcial, propia de los verdaderamente sabios.

Y la mansedumbre de los verdaderamente fuertes.

Porque entonces, Señor, Yo, el padre de tal hijo me atreveré a susurrar

en lo más profundo de mi corazón…
«No he vivido en vano».
General Douglas Mac Arthur

Colaboración de Cristina Minolli
 

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La silla de Jesús

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre, que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza calzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
“Supongo que me estaba esperando”, le dijo. “No,  ¿quién es usted? ”, le dijo el hombre. “Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted; cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo.”
“Oh, sí, la silla...”, dijo el hombre enfermo, “¿le importa cerrar la puerta?...”
El sacerdote sorprendido la cerró. “Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la Iglesia he escuchado siempre, al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae..., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y me salió por el otro, pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces, por mucho tiempo abandoné por completo la oración.
Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: “José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas:
Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti; luego con fe mira a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado, pues Él nos dijo: Yo estaré siempre con ustedes. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la   misma   manera   como lo estás haciendo conmigo ahora.”
Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija...pues me internaría de inmediato en el manicomio.”
El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que estaba haciendo, y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición y se fue a su parroquia.
Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó: “Falleció en paz?.” “Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo en su cama. Me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras, una hora más tarde, ya lo encontré muerto.
Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Qué cree usted que pueda significar esto?.”
El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió: “Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera.”
 
El cuento fue leído por Monseñor Joaquín Sol en la última Misa de las 11 del pasado domingo.
El e-mail que él recibió en la Asociación Eclesiástica San Pedro continúa así:
"Es curioso como podemos enviar cuentos y bromas a través del correo electrónico... las cuales se esparcen como un fuego voraz, pero cuando envías mensajes de Dios, lo pensamos dos veces antes de compartirlo con otros.
Es curioso como la lujuria, cruda, vulgar y obscena pasa libremente a través del ciberespacio, pero la discusión pública de Jesús es suprimida en las escuelas y en los lugares de trabajo.
¿Es curioso, verdad?. Más curioso es todavía cómo alguien pueda estar tan encendido por Cristo el domingo, pero ser un cristiano invisible el resto de la semana.
Es curioso si cuando terminas de leer este mensaje, no se lo envías a muchos de los que están en tu lista de direcciones, porque no estás seguro de lo que ellos piensan al respecto, de lo que ellos vayan a pensar de ti.
No te detengas, envíaselos. Es curioso como nos preocupamos más por lo que la gente piensa de nosotros, que por lo que Dios pueda pensar de nosotros.
 
Colaboración de Cristina Minolli
 
 

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La Tacita

Se cuenta que alguna una vez, en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una en donde vendían vajillas antiguas.

En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita. «Me permite ver esa taza?», preguntó la Señora, «nunca he visto nada tan fino como eso!». En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar. La tacita le comentó:

– «Usted no entiende! Yo no siempre he sido esta taza que usted está sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo. Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperó y le grité “Por favor!!. Ya déjame en Paz!”. Pero sólo me sonrió y me dijo “aguanta un poco más, todavía no es tiempo.” Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decían: “aguanta un poco mas, todavía no es tiempo”. Finalmente se abría la puerta.

Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. “Así está mucho mejor!” me dije a mí misma, pero apenas yo me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintándome. El olor de la pintura era horrible! Sentía que me ahogaría! “Por favor detente!” le gritaba yo a mi creador, pero Él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno! No era un horno como el primero, sino que era mucho más caliente! Ahora sí estaba segura que me sofocaría! Le rogué y le imploré que me sacara! Grité, lloré, pero mi creador sólo me miraba diciendo “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. En ese momento me di cuenta que no había esperanza! Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abría la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aun más alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara.

Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: “Mírate! Esta eres tú!” Yo no podía creerlo! Esa no podía ser yo! Lo que veía era hermoso!

Mi creador nuevamente me dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado. Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te hubieras estrellado. También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras. Ahora tú eres un producto terminado! Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar!”.

Colaboración de Cristina Minolli

Igual pasa con nosotros. Dios nunca nos va a tentar ni a obligar a que vivamos algo que no podamos soportar. Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él es el artesano y nosotros somos el barro con el cual Él trabaja. Él nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con su voluntad.

 
 
 

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