Reflexiones para padres. Si tuviera que volver a educar a mi hijo

Si tuviera que volver a educar a mi hijo
                        Dejaría mis apuros y lo escucharía más.
                        Apartaría los ojos del reloj y lo miraría a los ojos.
                        Dejaría de atender tantas cosas y lo atendería mejor.
                        Haría más caminatas y treparía más montañas.
                        Dejaría de jugar a ser serio y jugaría más alegre.
                        Correría por más campos y observaría más estrellas.
                        Daría más abrazos y menos gritos.
                        Dejaría mis lazos materiales para construir lazos emotivos y profundos.
                        Buscaría más sus talentos que sus defectos.
                        Abriría más la ventana y lo dejaría volar bajo.
                        Sería un poco menos firme y afirmaría mucho más.
                        Plantaría con él más flores y florecería su corazón.
                        Estaría más atento y llamaría su atención.
                        Sembraría más su huerto y cosecharía más amor.
                        Entendería más su mundo para poder entrar en su vida.
                        Comprendería sus reacciones y reaccionaría mejor.
                        Pediría más perdón y perdonaría más dulcemente.
                        Pondría como modelo no tanto el amor al poder,
                        sino EL PODER DEL AMOR.
 Nunca es tarde...cuando lo que se busca es el bien !!!
Colaboración de Claudia Deluca  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

El árbol de los problemas

El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se niega a arrancar.
Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
 
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó o a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunte acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
 
"Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. "Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez".
"Lo divertido es", dijo sonriendo, "que cuando salgo en la mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".
 
Envió: Sole
 
Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com   ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Necesitamos

Un borrador, para borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño.
Un detergente, para quitar las manchas de las máscaras que usamos a diario.
Unas tijeras, para cortar todo aquello que nos impide crecer.
Un pájaro, para que nos enseñe a volar alto y cantar con libertad.
Una tinaja, para añejar el cariño y la madurez del amor.
Un frasco transparente, para conservar las sonrisas y sin tapa para escuchar su alegre sonido.
Unos lentes, correctores de la visión de la vida, que nos permitan observar con amor al prójimo y a la naturaleza.
Una ardilla, que nos indique como trepar por las ramas del árbol de la sabiduría.
Unas agujas grandes, para tejer sueños e ilusiones.
Un cofre, para guardar todos los recuerdos que construyen y dan vida.
Un cierre (zipper), que permita abrir la mente cuando se desee encontrar respuestas, otro para cerrar nuestra boca cuando sea necesario, y otro para abrir nuestro corazón.
Un rebobinador de películas, para recordar los momentos más felices en nuestras vidas.
Un reloj, para darle todo el tiempo al amor y al amar.
Los zapatos de la ética y la moral, para pisar firme y seguro por donde quiera que vamos.
Una balanza, para pesar todo lo vivido y todo lo experimentado.
Un espejo, para admirar una de las obras más perfectas de DIOS...
 
Envió: Ma. del Refugio Garibay
 
Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com    ( año 2.002 )
 

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Las tres rejas

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y dice:
-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia...
- ¡Espera! – lo interrumpe el filósofo.
- ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?-
-¿Las tres rejas? Preguntó el discípulo.
-Si, la primera es la verdad.
¿Estás seguro de lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos - dice el joven.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad.
Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario.
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad.
¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? - pregunta el filósofo.
-A decir verdad, no ! - comenta apesadumbrado el discípulo.
-Entonces  - dijo el sabio sonriendo - si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
 
Envió: Marcos Patiño
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Inhala y exhala

¡Inhala el futuro, exhala el pasado!
                                     ¡Inhala lo bueno, exhala lo malo!
                                     Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.
                                     Qué regalo tan maravilloso de la vida.
                                     Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.
                                                El principio y el fin.
                                     Inhala paz, exhala confusión
                                     es así de fácil.
                                     Inhala fe, exhala preocupación
                                     eso es todo lo que tienes que hacer.
                                     Inhala orden, exhala confusión
                                     métete dentro del flujo de la vida.
                                     Inhala amor, exhala ira
                                     siente el cálido flujo a través de tu ser.
                                     Inhala fuerza, exhala miedo
                                     ahora deja que tu mente descanse.
                                     Inhala silencio, exhala ruido
                                     siente cómo tu cuerpo se tranquiliza.
                                     Inhala libertad, exhala restricción
                                     deja que tu mente siga el sueño.
                                     Inhala victoria, exhala derrota
                                                 prepárate para lo mejor.
                                     Inhala aceptación, exhala crítica
                                     siente que tu ser se abre.
                                     Inhala confianza, exhala duda
                                     disfruta el ritmo de quién eres.
                                     Inhala, exhala. Inhala, exhala.
                                     El aliento es un don de la gracia.
                                     Mientras lo tengamos,
                                     tenemos la oportunidad divina
                                     de comenzar de nuevo....
Colaboración de Ana María Zacagnino  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

El Buda de oro

En el otoño de 1988, mi novia y yo fuimos invitados a exponer sobre la autoestima y el máximo rendimiento en Hong Kong. Como nunca habíamos estado en el Lejano Oriente, decidimos extender nuestro viaje y visitar Tailandia.
Al llegar a Bangkok, optamos por tomar un tour para ver los templos budistas más famosos de la ciudad. Junto con nuestro intérprete y el conductor, Lourdes y yo visitamos ese día muchos templos budistas, pero después de un tiempo empezaron a borrarse de nuestras memorias.
No obstante, hubo un templo que dejó una impresión indeleble en nuestros corazones y en nuestras mentes. Es el templo llamado del Buda de Oro. El templo en sí es muy pequeño, tal vez no mayor de nueve metros por nueve. Pero al entrar , nos sorprendió la presencia de un buda de tres metros de alto de oro macizo. Pesa más de dos toneladas y media ¡y está valuado en unos ciento noventa y seis millones de dólares! Es un espectáculo extraño ese buda de oro macizo de aspecto agradable y a la vez imponente que nos sonreía.
Mientras nos dedicábamos a las tareas normales del turismo (sacar fotos y lanzar expresiones de admiración sobre la estatua), caminé hasta una caja de vidrio que contenía un pedazo grande de arcilla de unos dieciocho centímetros de espesor por treinta de ancho. Junto a la vitrina había una hoja escrita a máquina que narraba la historia de la magnífica estatua.
En 1957, un grupo de monjes de un monasterio tuvo que reubicar un gran Buda de arcilla de su templo en otro lugar. El monasterio sería trasladado para que se llevara a cabo el proyecto de una autopista a través de Bangkok. Cuando la grúa empezó a levantar al ídolo gigante, el peso era tan tremendo que empezó a rajarse. Para colmo, comenzó a llover. El monje director, preocupado por el posible daño a la imagen sagrada, decidió volver a poner la estatua en el suelo y cubrirla con una lona grande para protegerla de la lluvia.
Esa misma noche, el monje director fue a ver al Buda. Iluminó con su linterna debajo de la lona para verificar si estaba seco. Al llegar a la rajadura, notó un ligero destello de luz preguntándose si no habría algo debajo de la arcilla. Fue a buscar un formón y un martillo al monasterio y empezó a quitarla. A medida que hacía saltar pedazos de arcilla, el pequeño destello se hacía cada vez más grande. Pasaron varias horas de trabajo, hasta que el monje quedó cara a cara con el extraordinario buda de oro macizo.
Los historiadores creen que varios cientos de años antes del descubrimiento del monje director, el ejército de Burma estaba por invadir Tailandia (por entonces llamada Siam). Los monjes siameses, al darse cuenta de que su país sería atacado, cubrieron su precioso Buda de Oro con una cubierta exterior de arcilla para evitar que su tesoro fuera robado por los burmeses.
Por desgracia, parece ser que éstos asesinaron a todos los monjes siameses, y el secreto bien guardado del Buda de Oro permaneció intacto hasta ese día en 1957.
Cuando regresábamos en el avión empecé a pensar: "Todos somos como el Buda de arcilla cubierto con una capa de dureza creada por el miedo y, sin embargo, debajo de cada uno de nosotros hay un Buda de oro, un Cristo de oro o una esencia de oro que es nuestro yo verdadero.
En algún momento, entre los dos y los nueve años de edad, empezamos a cubrir nuestra esencia de oro, nuestro yo natural. Como el monje con el martillo y el formón, nuestra tarea ahora es descubrir otra vez nuestra verdadera esencia".
Día a día, desde la niñez nos cubrimos con arcilla, y tratamos de tener una caparazón impenetrable como para que la gente no descubra nuestro verdadero yo. Nos vamos cubriendo para estar protegidos del desamor, de la soledad, del miedo, de la injusticia ,de...
Empecemos a retirar de a poquito todo lo que nos cubre y mostremos nuestra verdadera esencia y como el Buda de Oro mostraremos al mundo nuestro mejor tesoro...
 
Colaboración de Ana María Zacagnino  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

El ejemplo de Niccolo Paganini

Había una vez un gran violinista llamado Paganini.
Algunos decían que era muy raro.  Otros, que era sobrenatural.
Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo. Una noche, el escenario de un auditorio repleto de admiradores estaba preparado para recibirlo.
La orquesta entró y fue aplaudida. El director fue ovacionado.
Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró.
Paganini coloca su violín en el hombro y lo que sigue es indescriptible.
Blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecen tener alas y volar con el toque de aquellos dedos encantados.
DE REPENTE, un sonido extraño interrumpe el ensueño de la platea.
Una de las cuerdas del violín de Paganini se rompe.
El director paró. La orquesta paró. El público paró.
Pero Paganini no paró. Mirando su partitura, él continuó extrayendo sonidos  deliciosos de un violín con problemas.
El director y la orquesta, admirados, vuelven a tocar.
El público se calmó, cuando, DE REPENTE,  otro sonido perturbador atrae la atención de los asistentes. Otra cuerda del violín de Paganini se rompe.
El director paró de nuevo. La orquesta paró de nuevo. Paganini no paró.
Como si nada hubiera ocurrido, olvidó las dificultades y  siguió arrancando sonidos imposibles.
El director y la orquesta, impresionados, vuelven a tocar.
Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación.
Todas las personas, asombradas, gritaron un OOHHH! que retumbó por toda aquella sala. Una tercera cuerda del violín de Paganini se rompió.
El director para. La orquesta para. La respiración del público para.
Pero Paganini no para. Como si fuera un contorsionista musical, arranca todos los sonidos posibles de la única cuerda que sobra de aquel violín destruido.
Ninguna nota fue olvidada.  El director, embelesado, se anima.
La orquesta se motiva. El público parte del silencio hacia la euforia, de la inercia para el delirio. Paganini alcanza la gloria. Su nombre corre a través del tiempo.
El no es apenas un violinista genial.
Es el símbolo del profesional que continua adelante aún ante lo imposible.
Cuando todo parece derrumbarse, démonos una chance a nosotros mismos y sigamos adelante. Despertemos al Paganini que existe dentro nuestro: sigamos adelante para vencer !
Victoria es el arte de continuar, donde otros resuelven parar.
Colaboración de María Inés Perez  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Fácil y difícil

Fácil es ocupar un lugar en la agenda telefónica.

Difícil es ocupar el corazón de alguien…

Fácil es herir a quien nos ama.

Difícil es curar esa herida…

Fácil es dictar reglas.

Difícil es seguirlas…

Fácil es soñar todas las noches.

Difícil es luchar por un sueño…

Fácil es exhibir la victoria.

Difícil es asumir la derrota con dignidad…

Fácil es admirar una luna llena.

Difícil es ver su otra cara…

Fácil es tropezar en una piedra.

Difícil es levantarse…

Fácil es disfrutar la vida todos los días.

Difícil es darle el verdadero valor…

Fácil es orar todas las noches.

Difícil es encontrar a Dios en las cosas pequeñas…

Fácil es prometerle algo a alguien.

Difícil es cumplirle esa promesa…

Fácil es decir que amamos.

Difícil es demostrarlo todos los días…

Fácil es criticar a los demás.

Difícil es mejorar uno mismo…

Fácil es cometer errores.

Difícil es aprender de ellos…

Fácil es llorar por el amor perdido.

Difícil es cuidarlo para no perderlo…

Fácil es pensar en mejorar.

Difícil es dejar de pensarlo y realmente hacerlo…

Qué hermoso día para estar vivo!

Colaboración de Eduardo Gerding ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Veamos lo que trae el tiempo

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo:
-Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre- veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho -Nuestro caballo ha traído otro caballo.
-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre- Veamos que nos trae el tiempo...
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
-Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho -Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo...
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey,  buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, lo bueno malo.
Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas y para el plan infinito.....
 
Envió: Eric Tejada
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

No pares…continúa tocando

Deseando dar ánimo al progreso de su joven hijo al piano, una madre lleva a su pequeño hijo, a un concierto de Paderewski.

Después de sentarse, la madre vio a una amiga en la platea y fue hacia ella para saludarla. Tomando la oportunidad para explorar las maravillas del teatro, el pequeño niño se levanta y eventualmente sus exploraciones lo llevaron a una puerta donde estaba escrito «PROHIBIDA LA ENTRADA».

Cuando las luces bajaron y el concierto estaba a punto de empezar, la madre regresa a su lugar y descubrió que su hijo no estaba allí.

De repente, las cortinas se abrieron y las luces cayeron sobre un impresionante piano Steinway en el centro del palco. Horrorizada, la madre vio a su hijo sentado al teclado, inocentemente tocando las notas de …. «Mambrú se fue a la guerra».

En aquel momento, el gran maestro de piano hizo su entrada, rápidamente fue al piano y susurró al oído del niño, «no pares, continúa tocando».

Entonces apoyado, Paderewski extendió su mano izquierda y empezó a llenar la parte del bajo, luego, puso su mano derecha alrededor del niño y agregó un bello arreglo de melodía. Juntos, el viejo maestro y el joven aprendiz, transformaron una situación embarazosa, en una situación maravillosamente reactiva. El público estaba perplejo. Así son las cosas con Dios.

Lo que podemos conseguir por cuenta propia, lo hacemos lo mejor posible y los resultados no son exactamente como una música graciosamente fluida. Pero, con las manos del Maestro, las obras de nuestras vidas verdaderamente pueden ser lindas.

La próxima vez que te determines a realizar cualquier hecho, (sin cruzar puertas donde diga: “PROHIBIDA LA ENTRADA”) escucha atentamente. Puedes oír la voz del Maestro, susurrando en tu oído, «no pares, continua tocando».

Siente sus brazos amorosos a tu alrededor. Siente que sus fuertes manos están tocando el concierto de tu vida.

Recuerda, Dios no llama a aquellos que son capacitados. Él capacita a aquellos que son llamados. Y Él siempre está para amarte y guiarte a grandes cosas.

Que alguien como el Maestro toque mi vida, es un privilegio, tocar la vida de alguien es un honor, pero el ayudar a que otros toquen sus propias vidas, es un placer indescriptible!

Algunas veces en la vida, tú encuentras un amigo especial; alguien que cambia tu vida sólo por ser parte de ella, alguien que te hace remar sin parar, alguien que tú piensas que es realmente bueno, alguien que te querrá a pesar de todo, alguien que siempre estará a tu lado a pesar de que ya no exista en tu vida, alguien que te convence que de verdad hay una puerta cerrada esperando que tú la abras; pero casi siempre lo alejas de ti y cuanto te das cuenta de ello, algunas veces ya es demasiado tarde para arrepentirte, así que cuanto encuentres a alguien así, no lo desaproveches.

(Versión retocada en algunos puntos, para mayor comprensión: Fuente modificada de: C.Vaillant-Yanes ROMANS 8:37-39)

 
Colaboración de Pablo Deluca  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

El buzón de Ruth

Ruth miró en su buzón del correo; sólo había una carta.

La tomó y la miró antes de abrirla, pero luego la observó con más cuidado. No había sello ni marcas del correo, solamente su nombre y dirección. Leyó la carta:

Querida Ruth:

Estaré en tu vecindario el sábado en la tarde y pasaré a visitarte.

Con amor,

Jesús

Sus manos temblaban cuando puso la carta sobre la mesa.

«Por qué querrá venir a visitarme el Señor? No soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle…» Pensando en eso, Ruth recordó el vacío reinante en los estantes de su cocina.

“Ay no! No tengo nada para ofrecerle! Tendré que ir a comprar algo.

Bueno, compraré algo de pan y alguna otra cosa, al menos.”

Se echó un abrigo encima y se apresuró a salir.

Una hogaza de pan francés, media libra de pavo y un cartón de leche… Y Ruth se quedó con solamente doce centavos que le deberían durar hasta el lunes.

Aún así se sintió bien camino a casa, con sus humildes ingredientes bajo el brazo.

«Oiga, señora, nos puede ayudar ?»

Ruth estaba tan absorta pensando en la cena que no vio las dos figuras que estaban de pie en el pasillo. Un hombre y una mujer, los dos vestidos con poco más que harapos.

«Mire, señora, no tengo empleo, usted sabe, y mi mujer y yo hemos estado viviendo allá afuera en la calle, y bueno, está haciendo frío y nos está dando hambre, y bueno, si usted nos puede ayudar, señora, estaríamos muy agradecidos…»

Ruth los miró con más cuidado. Pensó que ellos podrían obtener algún empleo si realmente quisieran….

…»Señor, quisiera ayudar, pero yo misma soy una mujer pobre. Todo lo que tengo es unas rebanadas de pavo y pan, pero tengo un huésped importante para esta noche y planeaba servirle eso a El.»

«Si, bueno, si señora, entiendo. Gracias de todos modos.»

El hombre puso su brazo alrededor de los hombros de la mujer y se dirigieron a la salida. A medida que los veía saliendo, Ruth sintió un latido familiar en su corazón. «Señor, espere!»

La pareja se detuvo y volteó a medida que Ruth corría hacia ellos y los alcanzaba en la calle.

Mire: por que no toma esta comida? Algo se me ocurrirá para servir a mi invitado…», y extendió la mano con la bolsa de víveres.

«Gracias, señora, muchas gracias!» «Si, gracias!», dijo la mujer y Ruth pudo notar que estaba temblando de frío.

«Sabe? tengo otro abrigo en casa. Tome este», Ruth desabotonó su abrigo y lo deslizó sobre los hombros de la mujer. Y sonriendo, volteó y regresó camino a casa… sin su abrigo y sin nada que servir a su invitado.

«Gracias, señora, muchas gracias!»

Ruth estaba tiritando cuando llegó a la entrada. Ahora no tenía nada para ofrecerle al Señor. Buscó rápidamente la llave en la cartera. Mientras lo hacía notó que había otra carta en el buzón.

«Que raro, el cartero no viene dos veces en un día.» Tomó el sobre y lo abrió:

Querida Ruth:

Qué bueno fue volverte a ver.

Gracias por la deliciosa cena, y Gracias también por el hermoso abrigo.

Con amor,

Jesús

 
Colaboración de Norberto Lanata   ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Paciencia y esperanza

Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos habían parido y tenían unos hermosos y juguetones corderitos. Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa.  Así se aseguraba que lobos y zorros no las mataran. En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros.  Y aquel día las soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral.  Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.
Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras.  Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial.  Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.
El pastor salió hasta la orilla, porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vio que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.
Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: "Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos".
La compañera trató de calmarla: "No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos"…
De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua.  El pastor la miraba impotente desde la orilla opuesta.  La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo; el pastor y la compañera vieron cómo el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.
Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante; pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.
Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.
"Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes.
La impaciencia, con la que quieren alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana."
Envió: Maria Isabel Vargas Segura  ( año 2.002 )
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

El bordado de Dios

Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando.
Observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso.
Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: "Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición".
Me preguntaba por qué usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba. Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: "Hijo, ven y siéntate en mi regazo."
Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo se veía tan confuso. Entonces mi mamá me decía: "Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo."
Muchas veces a lo largo de los años he mirado al Cielo y he dicho:
"Padre, ¿qué estás haciendo?
El responde: "Estoy bordando tu vida".
Entonces yo le replico:
"Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿porqué no son más brillantes?".
Y Dios parece decirme:
"Mi niño, ocúpate de tu trabajo... y yo seguiré haciendo el mío. Un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición.
Entonces entenderás..."
 
 

Colaboración de Ana María Zacagnino ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

La esperanza

La esperanza no es fingir que no existen los problemas.
Es la confianza de saber que éstos no son eternos,
que las heridas curarán y las dificultades se superarán.
Es tener fe, es una fuente de fortaleza y renovación en nuestro interior,
que nos guiará desde la oscuridad hacia la luz.
Cuando el amor de tu vida no te quiere,
cuando la llamada que esperas nunca llega,
cuando no consigues el trabajo que deseas,
cuando no recibes la invitación que esperabas...
el mensaje no es que no te lo mereces...
el mensaje no es que no eres importante...
el mensaje es que tú mereces algo mejor.
Cada vez que sientas decepción por no recibir lo que deseas o esperas,
no lo veas como rechazo o mala suerte...
simplemente piensa que es una tremenda oportunidad
para algo mucho mejor de lo que esperabas.
La vida  esta está hecha de millones de momentos,
vividos de mil maneras diferentes.
Algunos, buscamos amor, paz. Otros, sobrevivimos día a día.
Pero no hay momentos más plenos que aquellos,
en los cuales  descubrimos que la vida, con sus alegrías y sus penas,
debe ser vivida día a día. Más plenos que aquellos en los que está el conocimiento que nos otorga la verdad más maravillosa.
Aunque vivamos en una mansión  de cuarenta cuartos,
rodeados de riqueza y siervos, o luchemos de mes en mes para pagar el alquiler,
tenemos el poder de estar totalmente satisfechos
y  vivir una vida con verdadero significado.
Día a día tenemos ese poder, gozando cada momento
y regocijándonos con cada sueño.
Porque cada día es nuevo, flamante, podemos empezar de nuevo
y realizar todos nuestros sueños.
Cada día es nuevo, y si lo vivimos plenamente,
podremos realmente gozar de la vida y vivirla en plenitud.

Colaboración de Ana María Zacagnino ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Cuentos sobre reyes y sabios

El reino de este mundo
Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderoso de aquella época.
- Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco - comentó el soberano.
- Yo envidio a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo - respondió el ermitaño.
- ¿Cómo puedes decirme esto, cuando todo el país me pertenece? - dijo el rey, ofendido.
- Justamente por eso. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino.
 
Los huesos del antepasado
Había un rey de España que se enorgullecía mucho de sus antepasados, y que era conocido por su crueldad con los más débiles.
Cierta vez, caminaba con su comitiva por un campo de Aragón, donde, años antes, había perdido a su padre en una batalla, cuando encontró a un hombre santo revolviendo en una enorme pila de huesos.
-¿Qué estás haciendo ahí? - preguntó el rey.
- Honrada sea Vuestra Majestad - dijo el hombre santo. - Cuando supe que el rey de España venía por aquí, decidí recoger los huesos de vuestro fallecido padre para entregároslos.
Sin embargo, por más que los busco, no consigo encontrarlos: son iguales a los huesos de los campesinos, de los pobres, de los mendigos y de los esclavos.
 
Llame a otro tipo de médico 
Un poderoso monarca llamó a un santo padre - al que todos atribuían poderes curativos - para que le ayudara a disminuir sus dolores de columna.
- Dios nos ayudará - dijo el hombre santo. - Pero antes vamos a entender la razón de estos dolores. Sugiero que Vuestra Majestad se confiese ahora, pues la confesión hace al hombre enfrentar sus problemas, y lo libera de muchas culpas.
Molesto por tener que pensar en tantos problemas, el rey dijo: - No quiero hablar de estos temas; necesito a alguien que me cure sin hacer preguntas.
El sacerdote salió y volvió media hora más tarde con otro hombre.
- Creo que la palabra puede aliviar el dolor, y ayudarme a descubrir el camino acertado para la cura - dijo. - Sin embargo, usted no desea conversar, y no puedo ayudarlo. Pero le diré a quien necesita: mi amigo es veterinario, y no acostumbra a hablar con sus pacientes.
 
Jorge Horacio Delgado P.  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Compartiendo con amor

Era uno de los días mas calientes del tiempo seco de Verano.  No habíamos visto la lluvia en casi un mes.  Las cosechas se estaban muriendo.  Las vacas habían parado de dar leche. Los ríos estaban secos hasta el piso. Era la temporada seca que iba a llevar a siete granjeros a la bancarrota antes que terminara...
Todos los días, mi esposo y sus hermanos iban por el proceso arduo de tratar de llevar agua a los campos.  Últimamente, el proceso envolvía llevar un camión a la planta de agua y llenarlo de agua.  Pero, las raciones de agua las cortaban cada día más.  Si es que no veíamos lluvia pronto.. íbamos a perderlo todo.  Fue en este día que aprendí una verdadera lección de compartir y ser parte del único milagro que pude ver con mis propios ojos......
Estaba en la cocina haciendo almuerzo para mi esposo y sus hermanos, cuando vi a mi hijito de seis años, Billy, caminar hacia el bosque.  El no estaba caminando, como un niño normal de su edad (sin preocuparle nada); en cambio estaba caminando con mucho cuidado y solo podía ver su espalda. Obviamente, estaba caminando con mucho esfuerzo... tratando de estar lo mas quieto posible.  Minutos después desapareció en el bosque, y volvió a salir corriendo hacia la casa.  Seguí haciendo los sandwiches; pensando que sea lo que sea que estaba haciendo, ya había terminado.
Momentos después, volvió a caminar bien lentamente hacia el bosque...
Esta actividad siguió ocurriendo por una hora.  Finalmente, no pude aguantar mas y lo seguí (teniendo cuidado que no me viera... obviamente estaba haciendo algo tan importante y no  necesitaba a su "mami" que lo chequease.)  El tenía sus manos juntas adelante de él mientras caminaba; teniendo mucho cuidado que el agua que tenía en ellas no se cayera.  Me acerqué un poco más cuando llegamos al bosque.  Ramas y troncos le golpeaban su cara, pero no trató de esquivarlos.  El tenía algo mucho mas grande que hacer...
En lo que me agaché para verlo, vi una vista extraordinaria.  Una gran cantidad de venados estaban al frente de él.  El se les acercó.
Casi grito al ver un venado (macho) con sus cuernos bien grandes demasiado cerca de él. Pero, el venado no lo atacó... él ni se movió, mientras que mi hijo se arrodillaba.  Y vi un pequeño venadito tirado en el pasto, sufriendo deshidratación y exhausto del sol, apenas pudo levantar su cabeza con mucho esfuerzo para lamer el agua de las pequeñas manos de mi hermoso niño. Cuando se tomó toda el agua, Billy corrió a la casa y yo me escondí atrás de un árbol. Luego lo seguí a la casa; de un caño que habíamos cerrado, que apenas pudo abrir; gotas empezaron a caer.  El esperó ahí, dejando que gota por gota llenase sus pequeñas manitas; mientras que el sol  asoleaba su espaldita. Luego muchas cosas se aclararon en mi mente.  La semana anterior él había sido castigado por jugar con agua.  Él aprendió la lección de no malgastar agua y esa es la razón porque no me pidió ayuda.  Le tomó 20 minutos recoger el agua que necesitaba.
Billy se levanto y ahí yo estaba parada frente a él.  Sus ojos se llenaron de lágrimas, "No estoy desperdiciando esta vez", es todo lo que me dijo. Cuando empezó a caminar, yo lo acompañé con una olla de agua de la cocina... Dejé que fuera solo hacia los venados. Era su trabajo; y yo me quedé atrás de un árbol, mirando el corazón mas bello que he conocido, trabajando tan fuerte para salvar otra vida.
Lágrimas caían por mis mejillas al piso, luego de repente fui acompañada por más gotas...y más gotas... y más.  Miré hacia el cielo.  Era como si Dios, El mismo, estuviese llorando de orgullo.
Quizás algunos pueden decir que esto fue coincidencia, que milagros no existen y no trato de convencer a nadie de lo contrario... Lo único que puedo decir es que ese dia llovió y salvó nuestra granja... asimismo, como las acciones de un pequeño niño salvaron una vida.
Si gustan pueden enviar esto a otras personas, siempre es bueno creer que cuando todo  sale mal, algo bueno pasa al final. Solo escribí esto para honrar la memoria de mi hermoso hijo Billy, el cual murió demasiado pronto... pero no antes sin mostrarme la verdadera cara de Dios, en un cuerpecito quemado por el sol.......
 
Colaboración de Ana María Zacagnino  -  desconozco la fuente original  ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Reglas para ser humano

1. Recibirás un cuerpo.
Puede gustarte o no, pero será tuyo durante todo el tiempo que estés aquí.
2. Aprenderás lecciones.
Estás inscripto en una escuela informal de tiempo completo llamada vida.
En esta escuela cada día tendrás la oportunidad de aprender clases.
Es posible que las lecciones te gusten o que te parezcan irrelevantes y estúpidas.
3. No hay errores, sólo lecciones.
El crecimiento es un proceso de prueba y error: es una experimentación.
Los experimentos fallidos forman parte del proceso en igual medida que el experimento que funcione bien.
4. Una lección se repite hasta aprenderla.
Una lección se presentará de varias maneras hasta que la aprendas.
Una vez que la hayas aprendido, puedes pasar a la siguiente.
5. Las lecciones no tienen fin.
No hay nada en la vida que no contenga sus lecciones.
Si estás vivo, siempre tendrás algo que aprender.
6. "Allí" no es mejor que "aquí".
Cuando tu "allí se convierte en un "aquí", simplemente tendrás otro "allí" que de nuevo parecerá mejor.
7. Los otros no son más que tus espejos.
No puedes amar u odiar algo en otra persona a menos que refleje algo que amas u odias en ti mismo.
8. Lo que haces en tu vida depende de ti.
Tienes todas las herramientas y los recursos que necesitas.
Lo que hagas con ellos depende de ti. La decisión es tuya.
9. Tus respuestas están dentro de ti.
Las respuestas a los interrogantes de la Vida están en tu interior. Todo lo que debes hacer es mirar, escuchar y confiar.
10. Olvidarás todo esto.
11. Siempre que quieras, puedes recordarlo.
Colaboración de Ana María Zacagnino

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Descubre el amor, y hazlo conocer

Toma una sonrisa,
                                     regálala a quien nunca la ha tenido.
                                     Toma un rayo de sol,
                                     hazlo volar allá en donde reina la noche.
                                     Descubre una fuente,
                                     haz bañar a quien vive en el barro.
                                     Toma una lágrima,
                                     ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.
                                     Toma la valentía,
                                     ponla en el ánimo de quien no sabe luchar.
                                     Descubre la vida,
                                     nárrala a quien no sabe entenderla.
                                     Toma la esperanza,
                                     y vive en su luz.
                                     Toma la bondad,
                                     y dónala a quien no sabe donar.
                                     Descubre el amor,
                                     y hazlo conocer al mundo.
 
                                     Mahatma Gandhi

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

La verdad llega con su luz

Les preguntó Hu-Ssong a sus discípulos:
-¿Que opinión debe importarle más a un hombre?
-La de los otros hombres -respondió uno.
-La de su familia -opinó otro.
-La de sus amigos -aventuró un tercero.
Dijo Hu-Ssong:
-Todas esas opiniones son muy importantes, pero ninguna más que la propia opinión. A los demás los podemos engañar, a nosotros mismos no.
Tarde o temprano la verdad llega con su luz.
Entonces nos vemos como somos y nos juzgamos sin error. Tal es el juicio final.
No importa nada que todos los hombres digan bien de mí si de mí mismo pienso mal .Y nada importa que todo el mundo piense mal de mí si yo aprobé mi examen de conciencia.
Los estudiantes quedaron en silencio. Entendieron que el tribunal superior lo lleva cada quien dentro de sí.
 
Armando Fuentes Aguirre.
 
Envió: L.S.
 

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.

Círculo del 99

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando y tarareando alegres canciones de juglares.  Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar. - Paje, le dijo - ¿Cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad? - ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- No hay ningún secreto, Alteza. - No me mientas, paje.  He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. - ¿Porqué esta siempre alegre y feliz?  Eh, ¿porqué?
- Majestad, no tengo razones para estar triste.  Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo.  Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además, su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿Cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey.  Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
- Pero, Majestad, no hay secreto.  Nada me gustaría mas que complacerlo, pero no hay nada que yo este ocultando... - ¡Vete, vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco.  No consiguió explicarse como el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.- ¿Porqué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del círculo. - ¿Fuera del círculo?
- Así es. - ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.- Así es.
- ¿Y cómo salió? - Nunca entró - ¿Qué círculo es ese? - El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo? - Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad.  Si le damos la oportunidad, él entrará solito.
- ¿Solito? ¿Pero el no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta. - ¡Entonces no entrará! - No lo podrá evitar.
- ¿Dices que el se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual Majestad; ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? - Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar.  Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una mas ni una menos.
- ¡99! ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada mas que la bolsa de cuero.  Majestad, hasta la noche.
Así fue.  Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey.  Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron, junto a la casa del paje.
Allí esperaron el alba.  Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía:
"Este tesoro es tuyo.  Es el premio por ser un buen hombre.  Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste."
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban, para ver lo que sucedía.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena.
El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela.  Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa.  Sus ojos no podían creer lo que veían.  ¡Era una montaña de monedas de oro!  El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacia brillar la luz de la vela sobre ellas.  Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas.
Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas.  Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: ¡¡99 monedas!!. Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más; luego en el piso y finalmente en la bolsa.
"No puede ser", pensó.  Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era mas baja. - Me robaron -gritó- ¡¡me robaron, malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba.  Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro...  sólo 99.
- "99 monedas. Es mucho dinero", pensó.  - "Pero me falta una moneda.
Noventa y nueve no es un número completo" -pensaba- "Cien es un número completo pero noventa y nueve, no."
El rey y su asesor miraban por la ventana.  La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus.  El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Tomo papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?.  Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.  Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla.  Después, quizás no necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar.  Con cien monedas de oro un hombre es rico.  Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo!  Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas.
De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.
Vender... Vender... Estaba haciendo calor.  ¿Para qué tanta ropa de invierno, para qué mas de un par de zapatos?  Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio volvieron al palacio.  El paje había entrado en el círculo del 99.
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche.  Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
- ¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. - Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no?  ¿Que querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.  No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
 
Envió:  Silvana Gonzabay
 

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com ( año 2.002 )

Te invito a compartir este texto y que lo envíes a quienes creas que lo puedan disfrutar o que les pueda ser de utilidad.

Me encantaría recibir alguna reflexión, texto u oración que quieras compartir.