Gratis lo recibisteis, dadlo gratis

El Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la cuaresma del año 2.002.

Queridos Hermanos y Hermanas,

1. Nos disponemos a recorrer de nuevo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las solemnes celebraciones del misterio central de la fe, el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Nos preparamos para vivir el tiempo apropiado que la Iglesia ofrece a los creyentes para meditar sobre la obra de la salvación realizada por el Señor en la Cruz. El designio salvífico del Padre celeste se ha cumplido en la entrega libre y total del Hijo unigénito a los hombres. “Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente”, dice Jesús (cf.Jn 10, 18), resaltando que Él sacrifica su propia vida, de manera voluntaria, por la salvación del mundo. Como confirmación de don tan grande de amor, el Redentor añade: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”(Jn 15, 13).

La Cuaresma, que es una ocasión providencial de conversión, nos ayuda a contemplar este estupendo misterio de amor. Es como un retorno a las raíces de la fe, porque meditando sobre el don de gracia inconmensurable que es la Redención, nos damos cuenta de que todo ha sido dado por amorosa iniciativa divina. Precisamente para meditar sobre este aspecto del misterio salvífico, he elegido como tema del Mensaje cuaresmal de este año las palabras del Señor: “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis”(Mt 10, 8).

2. Dios nos ha dado libremente a su Hijo: ¿quién ha podido o puede merecer un privilegio semejante? San Pablo dice: “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios y son justificados por el don de su gracia” (Rm 3, 23-24). Dios nos ha amado con infinita misericordia, sin detenerse ante la condición de grave ruptura ocasionada por el pecado en la persona humana. Se ha inclinado con benevolencia sobre nuestra enfermedad, haciendo de ella la ocasión para una nueva y más maravillosa efusión de su amor. La Iglesia no deja de proclamar este misterio de infinita bondad, exaltando la libre elección divina y su deseo de no condenar, sino de admitir de nuevo al hombre a la comunión consigo.

“Gratis lo recibisteis; dadlo gratis”. Que estas palabras del Evangelio resuenen en el corazón de toda comunidad cristiana en la peregrinación penitencial hacia la Pascua. Que la Cuaresma, llamando la atención sobre el misterio de la muerte y resurrección del Dios, lleve a todo cristiano a asombrarse profundamente ante la grandeza de semejante don. ¡Sí! Gratis hemos recibido. ¿Acaso no está toda nuestra existencia marcada por la benevolencia de Dios? Es un don el florecer de la vida y su prodigioso desarrollo. Precisamente por ser un don, la existencia no puede ser considerada una posesión o una propiedad privada, por más que las posibilidades que hoy tenemos de mejorar la calidad de vida podrían hacernos pensar que el hombre es su “dueño”. Efectivamente, las conquistas de la medicina y la biotecnología pueden en ocasione inducir al hombre a creerse creador de sí mismo y a caer en la tentación de manipular “el árbol de la vida” (Gn 3, 24).

Conviene recordar también a este propósito que no todo lo que es técnicamente posible es también moralmente lícito. Aunque resulte admirable el esfuerzo de la ciencia para asegurar una calidad de vida más conforme a la dignidad del hombre, eso nunca debe hacer olvidar que la vida humana es un don, y que sigue teniendo valor aún cuando esté sometida a sufrimientos o limitaciones. Es don que siempre se ha de acoger: recibido gratis y gratuitamente puesto al servicio de los demás.

3. La Cuaresma, proponiendo de nuevo el ejemplo de Cristo que se inmola por nosotros en el Calvario, nos ayuda de manera especial a entender que la vida ha sido redimida en Él. Por medio del Espíritu Santo, Él renueva nuestra vida y nos hace partícipes de esa misma vida divina que nos introduce en la intimidad de Dios y nos hace experimentar su amor por nosotros. Se trata de un regalo sublime, que el cristiano no puede dejar de proclamar con alegría. San Juan escribe en su Evangelio: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3). Esta vida, que se nos ha comunicado con el Bautismo, hemos de alimentarla continuamente con una respuesta fiel, individual y comunitaria, mediante la oración, la celebración de los Sacramentos y el testimonio evangélico.

En efecto, habiendo recibido gratis la vida, debemos, por nuestra parte, darla a los hermanos de manera gratuita. Así lo pide Jesús a los discípulos, al enviarles como testigos suyos en el mundo: “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis”. Y el primer don que hemos de dar es el de una vida santa, que dé testimonio del amor gratuito de Dios. Que el itinerario cuaresmal sea por todos los creyentes una llamada constante a profundizar en esta peculiar vocación nuestra. Como creyentes, hemos de abrirnos a una existencia que se distinga por la “gratuidad”, entregándonos a nosotros mismos, sin reservas, a Dios y al prójimo.

4. “¿Qué tienes– advierte san Pablo – que no lo hayas recibido?(1 Co 4, 7). Amar a los hermanos, dedicarse a ellos, es una exigencia que proviene de esta constatación. Cuanto mayor es la necesidad de los otros, más urgente es para el creyente la tarea de serviles. ¿Acaso no permite Dios que haya condiciones de necesidad para que, ayudando a los demás, aprendamos a liberarnos de nuestro egoísmo y a vivir el auténtico amor evangélico? Las palabras de Jesús son muy claras: “si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?”(Mt 5, 46). El mundo valora las relaciones con los otros en función del interés y el provecho propio, dando lugar a una visión egocéntrica de la existencia, en la que demasiado a menudo no queda lugar para los pobres y los débiles. Por el contrario, toda persona, incluso la menos dotada, ha de ser acogida y amada por sí misma, más allá de sus cualidades y defectos. Más aún, cuanto mayor es la dificultad en que se encuentra, más ha de ser objeto de nuestro amor concreto. Éste es el amor del que la Iglesia da testimonio a través de innumerables instituciones, haciéndose cargo de enfermos, marginados, pobres y oprimidos. De este modo, los cristianos se convierten en apóstoles de esperanza y constructores de la civilización del amor.

Es muy significativo que Jesús pronuncie las palabras: “Gratis lo recibisteis; dadlo gratis”, precisamente antes de enviar a los apóstoles a difundir el Evangelio de la salvación, el primero y principal don que Él ha dado a la humanidad. Él quiere que su Reino, ya cercano (cf. Mt 10, 5ss), se propague mediante gestos de amor gratuito por parte de sus discípulos. Así hicieron los apóstoles en el comienzo del cristianismo, y quienes los encontraban, los reconocían como portadores de un mensaje más grande de ellos mismos. Como entonces, también hoy el bien realizado por los creyentes se convierte en un signo y, con frecuencia, en una invitación a creer. También cuando el cristiano se hace cargo de las necesidades del prójimo, como en el caso del buen samaritano, nunca se trata de una ayuda meramente material. Es también anuncio del Reino, que comunica el pleno sentido de la vida, de la esperanza, del amor.

5. ¡Queridos Hermanos y Hermanas! Que sea éste el estilo con el que nos preparamos a vivir la Cuaresma: la generosidad efectiva hacia los hermanos más pobres. Abriéndoles el corazón, nos hacemos cada vez más conscientes de que nuestra entrega a los demás es una respuesta a los numerosos dones que Dios continúa haciéndonos. Gratis lo hemos recibido, ¡démoslo gratis!

¿Qué momento más oportuno que el tiempo de Cuaresma para dar este testimonio de gratuidad que tanto necesita el mundo? El mismo amor que Dios nos tiene lleva en sí mismo la llamada a darnos, por nuestra parte, gratuitamente a los otros. Doy las gracias a todos los que -laicos, religiosos, sacerdotes- dan este testimonio de caridad en cada rincón del mundo. Que sea así para cada cristiano, en cualquier situación en que se encuentre.

Que María, la Virgen y Madre del buen Amor y de la Esperanza, sea guía y sustento en este itinerario cuaresmal. Aseguro a todos, con afecto, mis oraciones, a la vez que les imparto complacido, especialmente a los que trabajan cotidianamente en las múltiples fronteras de la caridad, una especial Bendición Apostólica.

Vaticano, 4 de octubre de 2001, fiesta de San Francisco de Asís.

JOANNES PAULUS II

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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Variantes del Ayuno Cuaresmal

¿Quieres ayunar en esta Cuaresma?

Ayuna de juzgar a otros. Y llénate del Cristo que vive a tu lado.

Ayuna de palabras hirientes. Y llénate de frases que purifican.

Ayuna de descontento. Y llénate de gratitud.

Ayuna de enojo. Y llénate de paciencia.

Ayuna de pesimismo. Y llénate de optimismo.

Ayuna de preocupaciones. Y llénate de confianza en Dios.

Ayuna de quejarte. Y llénate de apreciar lo que te rodea.

Ayuna de las presiones que no cesan. Y llénate de una oración que no cesa.

Ayuna de amargura. Y llénate de alegría.

Ayuna de desaliento. Y llénate de esperanza.

Ayuna de pensamientos de debilidad. Y llénate de las promesas que te hizo Dios.

Ese es el ayuno que Dios quiere.

Que Dios los bendiga.

 
 
Colaboración de Norberto Lanata  ( año 2.002 )
 

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Pecado y redención

I. La liturgia de estos días nos acerca poco a poco al misterio central de la Redención. El Señor vino a traer la luz al mundo, enviado por el Padre: vino a su casa y los suyos no le recibieron (Juan 1, 11)... Así hicieron con el Señor: lo sacaron fuera de la ciudad y lo crucificaron. Los pecados de los hombres han sido la causa de la muerte de Jesucristo. Todo pecado está relacionado íntima y misteriosamente con la Pasión de Jesús. Sólo reconoceremos la maldad del pecado si, con la ayuda de la gracia, sabemos relacionarlo con el misterio de la Redención. Sólo así podremos purificar de verdad el alma y crecer en contrición de nuestras faltas y pecados. La conversión que nos pide el Señor, particularmente en esta Cuaresma, debe partir de un rechazo firme de todo pecado y de toda circunstancia que nos ponga en peligro de ofender a Dios. Y así lo haremos, por la misericordia divina, con la ayuda de la gracia.
 
II. El esfuerzo de conversión personal que nos pide el Señor debemos ejercitarlo todos los días de nuestra vida, pero en determinada épocas y situaciones –como es la Cuaresma- recibimos especiales gracias que debemos aprovechar.
Para comprender mejor la malicia del pecado debemos contemplar lo que Jesucristo sufrió por los nuestros. El Señor nos ha llamado a la santidad, a amar con obras, y de la postura que se adopte ante el pecado venial deliberado depende el progreso de nuestra vida interior, pues los pecados veniales, cuando no se lucha por evitarlos o no hay contrición después de cometerlos, producen un gran daño en el alma, volviéndola insensible a las mociones del Espíritu Santo.
Debilitan la vida de la gracia, hacen más difícil el ejercicio de las virtudes, y disponen al pecado mortal. En la lucha decidida contra todo pecado demostraremos nuestro amor al Señor. Le pedimos a Nuestra Madre su ayuda.
 
III. Para afrontar decididamente la lucha contra el pecado venial es preciso reconocerlo como tal, como ofensa a Dios que retrasa la unión con Él. Es preciso llamarlo por su nombre. Debemos pedir al Espíritu Santo que nos ayude a reconocer con sinceridad nuestras faltas y pecados, a tener una conciencia delicada, que pide perdón y no justifica sus errores. Fomentemos un sincero arrepentimiento de nuestros pecados y luchemos por quitar toda rutina al acercarnos al sacramento de la Misericordia divina. La Virgen, refugio de los pecadores nos ayudará a tener una conciencia delicada para amar a su
Hijo y a todos los hombres, a ser sinceros en la Confesión y a arrepentirnos de nuestras pecados con prontitud.
 
 
Gracias por suscribirse a meditar de www.encuentra.com
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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Sinceridad y veracidad

Sinceridad y veracidad
Cuaresma – jueves de la tercera semana
I. En el Evangelio de la Misa vemos a Jesús que cura a un endemoniado que era mudo (Lucas 11, 14; Mateo 9, 32-33). La enfermedad, un mal físico normalmente sin relación con el pecado, es un símbolo del estado en el que se encuentra el hombre pecador; espiritualmente es ciego, sordo paralítico...
Cuando en la oración personal no hablamos al Señor de nuestras miserias y no le suplicamos que las cure, o cuando no exponemos esas miserias nuestras en la dirección espiritual, cuando callamos porque la soberbia ha cerrado nuestros labios, la enfermedad se convierte prácticamente en incurable. El no hablar del daño que sufre el alma suele ir acompañado del no escuchar: el alma se vuelve sorda a los requerimientos de Dios, se rechazan los argumentos y las razones que podrían dar luz para retornar al buen camino. Al repetir hoy, en el Salmo responsorial de la Misa, Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis vuestro corazón (Salmo 94), formulemos el propósito de no resistirnos a la gracia, siendo siempre muy sinceros.
II. Para vivir una vida auténticamente humana, hemos de amar mucho la verdad, que es, en cierto modo, algo sagrado que requiere ser tratado con amor y respeto. El Señor ama tanto esta virtud que declaró de Sí mismo: Yo soy la verdad (Juan 14, 6), mientras que el diablo es mentiroso y padre de la mentira (Juan 8, 44), todo lo que promete es falsedad. No podremos ser buenos cristianos si no hay sinceridad con nosotros mismos, con Dios y con los demás. A los hombres nos da miedo, a veces, la verdad porque es exigente y comprometida.
Existe la tentación de emplear el disimulo, la verdad a medias, la mentira misma, a cambiar el nombre a los hechos. Para ser sinceros, el primer medio que hemos de emplear es la oración: es segundo lugar, el examen de conciencia diario, breve, pero eficaz, para conocernos. Después, la dirección espiritual y la Confesión, abriendo de verdad el alma, diciendo toda la verdad. Si rechazamos el demonio mudo tendremos alegría y paz en el alma.
III. Quienes nos rodean han de sabernos personas veraces, que no mienten ni engañan jamás, leales y fieles: la infidelidad es siempre un engaño, mientras que la fidelidad es una virtud indispensable en la vida personal y social. Sobre ella descansan el matrimonio, los contratos, la actuación de los gobernantes.
El amor a la verdad nos llevará a rectificar, si nos hubiéramos equivocado; a no formarnos juicios precipitados; a buscar información objetiva, veraz y con criterio. Entonces se hará realidad la promesa de Jesús: La verdad os hará libres (Juan 8, 32).
Extraído de Meditar del Portal Católico www.encuentra.com

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Setenta veces siete

Setenta veces siete
Mt 18, 21-35
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”
Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.
Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores.  El primero que le presentaron le debía muchos millones.  Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar su deuda.
El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’.  El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero.  Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangula, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagará todo’.  Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido.  Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.  ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’  Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”
 
 
Quizás una de las cosas de las que más adolece el mundo hoy es la Misericordia.
Nos hemos vuelto duros, rígidos, muchas veces intolerantes e insensibles.
Es triste ver que algunos cristianos, que debían de estar llenos del amor misericordioso de Dios, continúan actuando como este hombre de la parábola.
Esperan solo el momento del error del hermano para echárselo en cara.  Quizás podríamos escudarnos en que buscamos su bien, que lo estamos educando, que es la única manera de que aprendan… sin embargo esta no fue la pedagogía de Jesús, y no es la manera como nos trata el Padre.
Jesús nos dijo: Sean perfectos como el Padre Celestial es perfecto.  Y ¿cuántos de nosotros lo somos?  Y por no serlo, ¿Jesús nos desprecia o nos humilla?  Ciertamente no.  Respeta nuestro proceso, nos alimenta con amor y de esta manera nos permite experimentar su misericordia.
Aprendamos a ver hacia nosotros mismos.  Así descubriremos toda nuestra miseria.  Esta es la base para tratar a los demás con dulzura y compasión, pues si siendo lo que soy, Dios me trata con amor, con cuanta más razón no lo haré yo con mis hermanos.
Que Dios llene tu corazón con alegría y con paz durante todo tu día.
 
Ernesto María, Sac.
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com
 

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Exhortación al amor

Exhortación al amor
Carta de San Pablo a los Colosenses 3, 12-17
Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura y la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado : hagan ustedes lo mismo.
Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones : esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias.
Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
 

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Paciencia y esperanza

Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos habían parido y tenían unos hermosos y juguetones corderitos. Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa.  Así se aseguraba que lobos y zorros no las mataran. En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros.  Y aquel día las soltó, como siempre y dejó a los corderitos en el corral.  Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.
Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras.  Las aguas del río serrano eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desató un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial.  Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y llegar turbias al cauce del río y el río se desbordó.
El pastor salió hasta la orilla, porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en el corral y vio que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.
Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse: "Esta agua no descenderá y mis hijitos se morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos".
La compañera trató de calmarla: "No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada grave y mañana amamantaremos a nuestros hijos"…
De nada valieron sus reflexiones, la oveja se arrojó al agua.  El pastor la miraba impotente desde la orilla opuesta.  La pobre oveja avanzó un par de metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron río abajo; el pastor y la compañera vieron cómo el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.
Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante; pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llegó hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.
Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los dos huerfanitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en su madre adoptiva.
"Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes.
La impaciencia, con la que quieren alcanzarlo todo hoy, es la que te hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana."
Envió: Maria Isabel Vargas Segura  ( año 2.002 )
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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El bordado de Dios

Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando.
Observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso.
Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: "Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición".
Me preguntaba por qué usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba. Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: "Hijo, ven y siéntate en mi regazo."
Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo se veía tan confuso. Entonces mi mamá me decía: "Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo."
Muchas veces a lo largo de los años he mirado al Cielo y he dicho:
"Padre, ¿qué estás haciendo?
El responde: "Estoy bordando tu vida".
Entonces yo le replico:
"Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿porqué no son más brillantes?".
Y Dios parece decirme:
"Mi niño, ocúpate de tu trabajo... y yo seguiré haciendo el mío. Un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición.
Entonces entenderás..."
 
 

Colaboración de Ana María Zacagnino ( año 2.002 )

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La esperanza

La esperanza no es fingir que no existen los problemas.
Es la confianza de saber que éstos no son eternos,
que las heridas curarán y las dificultades se superarán.
Es tener fe, es una fuente de fortaleza y renovación en nuestro interior,
que nos guiará desde la oscuridad hacia la luz.
Cuando el amor de tu vida no te quiere,
cuando la llamada que esperas nunca llega,
cuando no consigues el trabajo que deseas,
cuando no recibes la invitación que esperabas...
el mensaje no es que no te lo mereces...
el mensaje no es que no eres importante...
el mensaje es que tú mereces algo mejor.
Cada vez que sientas decepción por no recibir lo que deseas o esperas,
no lo veas como rechazo o mala suerte...
simplemente piensa que es una tremenda oportunidad
para algo mucho mejor de lo que esperabas.
La vida  esta está hecha de millones de momentos,
vividos de mil maneras diferentes.
Algunos, buscamos amor, paz. Otros, sobrevivimos día a día.
Pero no hay momentos más plenos que aquellos,
en los cuales  descubrimos que la vida, con sus alegrías y sus penas,
debe ser vivida día a día. Más plenos que aquellos en los que está el conocimiento que nos otorga la verdad más maravillosa.
Aunque vivamos en una mansión  de cuarenta cuartos,
rodeados de riqueza y siervos, o luchemos de mes en mes para pagar el alquiler,
tenemos el poder de estar totalmente satisfechos
y  vivir una vida con verdadero significado.
Día a día tenemos ese poder, gozando cada momento
y regocijándonos con cada sueño.
Porque cada día es nuevo, flamante, podemos empezar de nuevo
y realizar todos nuestros sueños.
Cada día es nuevo, y si lo vivimos plenamente,
podremos realmente gozar de la vida y vivirla en plenitud.

Colaboración de Ana María Zacagnino ( año 2.002 )

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Cuentos sobre reyes y sabios

El reino de este mundo
Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderoso de aquella época.
- Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco - comentó el soberano.
- Yo envidio a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo - respondió el ermitaño.
- ¿Cómo puedes decirme esto, cuando todo el país me pertenece? - dijo el rey, ofendido.
- Justamente por eso. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino.
 
Los huesos del antepasado
Había un rey de España que se enorgullecía mucho de sus antepasados, y que era conocido por su crueldad con los más débiles.
Cierta vez, caminaba con su comitiva por un campo de Aragón, donde, años antes, había perdido a su padre en una batalla, cuando encontró a un hombre santo revolviendo en una enorme pila de huesos.
-¿Qué estás haciendo ahí? - preguntó el rey.
- Honrada sea Vuestra Majestad - dijo el hombre santo. - Cuando supe que el rey de España venía por aquí, decidí recoger los huesos de vuestro fallecido padre para entregároslos.
Sin embargo, por más que los busco, no consigo encontrarlos: son iguales a los huesos de los campesinos, de los pobres, de los mendigos y de los esclavos.
 
Llame a otro tipo de médico 
Un poderoso monarca llamó a un santo padre - al que todos atribuían poderes curativos - para que le ayudara a disminuir sus dolores de columna.
- Dios nos ayudará - dijo el hombre santo. - Pero antes vamos a entender la razón de estos dolores. Sugiero que Vuestra Majestad se confiese ahora, pues la confesión hace al hombre enfrentar sus problemas, y lo libera de muchas culpas.
Molesto por tener que pensar en tantos problemas, el rey dijo: - No quiero hablar de estos temas; necesito a alguien que me cure sin hacer preguntas.
El sacerdote salió y volvió media hora más tarde con otro hombre.
- Creo que la palabra puede aliviar el dolor, y ayudarme a descubrir el camino acertado para la cura - dijo. - Sin embargo, usted no desea conversar, y no puedo ayudarlo. Pero le diré a quien necesita: mi amigo es veterinario, y no acostumbra a hablar con sus pacientes.
 
Jorge Horacio Delgado P.  ( año 2.002 )

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Compartiendo con amor

Era uno de los días mas calientes del tiempo seco de Verano.  No habíamos visto la lluvia en casi un mes.  Las cosechas se estaban muriendo.  Las vacas habían parado de dar leche. Los ríos estaban secos hasta el piso. Era la temporada seca que iba a llevar a siete granjeros a la bancarrota antes que terminara...
Todos los días, mi esposo y sus hermanos iban por el proceso arduo de tratar de llevar agua a los campos.  Últimamente, el proceso envolvía llevar un camión a la planta de agua y llenarlo de agua.  Pero, las raciones de agua las cortaban cada día más.  Si es que no veíamos lluvia pronto.. íbamos a perderlo todo.  Fue en este día que aprendí una verdadera lección de compartir y ser parte del único milagro que pude ver con mis propios ojos......
Estaba en la cocina haciendo almuerzo para mi esposo y sus hermanos, cuando vi a mi hijito de seis años, Billy, caminar hacia el bosque.  El no estaba caminando, como un niño normal de su edad (sin preocuparle nada); en cambio estaba caminando con mucho cuidado y solo podía ver su espalda. Obviamente, estaba caminando con mucho esfuerzo... tratando de estar lo mas quieto posible.  Minutos después desapareció en el bosque, y volvió a salir corriendo hacia la casa.  Seguí haciendo los sandwiches; pensando que sea lo que sea que estaba haciendo, ya había terminado.
Momentos después, volvió a caminar bien lentamente hacia el bosque...
Esta actividad siguió ocurriendo por una hora.  Finalmente, no pude aguantar mas y lo seguí (teniendo cuidado que no me viera... obviamente estaba haciendo algo tan importante y no  necesitaba a su "mami" que lo chequease.)  El tenía sus manos juntas adelante de él mientras caminaba; teniendo mucho cuidado que el agua que tenía en ellas no se cayera.  Me acerqué un poco más cuando llegamos al bosque.  Ramas y troncos le golpeaban su cara, pero no trató de esquivarlos.  El tenía algo mucho mas grande que hacer...
En lo que me agaché para verlo, vi una vista extraordinaria.  Una gran cantidad de venados estaban al frente de él.  El se les acercó.
Casi grito al ver un venado (macho) con sus cuernos bien grandes demasiado cerca de él. Pero, el venado no lo atacó... él ni se movió, mientras que mi hijo se arrodillaba.  Y vi un pequeño venadito tirado en el pasto, sufriendo deshidratación y exhausto del sol, apenas pudo levantar su cabeza con mucho esfuerzo para lamer el agua de las pequeñas manos de mi hermoso niño. Cuando se tomó toda el agua, Billy corrió a la casa y yo me escondí atrás de un árbol. Luego lo seguí a la casa; de un caño que habíamos cerrado, que apenas pudo abrir; gotas empezaron a caer.  El esperó ahí, dejando que gota por gota llenase sus pequeñas manitas; mientras que el sol  asoleaba su espaldita. Luego muchas cosas se aclararon en mi mente.  La semana anterior él había sido castigado por jugar con agua.  Él aprendió la lección de no malgastar agua y esa es la razón porque no me pidió ayuda.  Le tomó 20 minutos recoger el agua que necesitaba.
Billy se levanto y ahí yo estaba parada frente a él.  Sus ojos se llenaron de lágrimas, "No estoy desperdiciando esta vez", es todo lo que me dijo. Cuando empezó a caminar, yo lo acompañé con una olla de agua de la cocina... Dejé que fuera solo hacia los venados. Era su trabajo; y yo me quedé atrás de un árbol, mirando el corazón mas bello que he conocido, trabajando tan fuerte para salvar otra vida.
Lágrimas caían por mis mejillas al piso, luego de repente fui acompañada por más gotas...y más gotas... y más.  Miré hacia el cielo.  Era como si Dios, El mismo, estuviese llorando de orgullo.
Quizás algunos pueden decir que esto fue coincidencia, que milagros no existen y no trato de convencer a nadie de lo contrario... Lo único que puedo decir es que ese dia llovió y salvó nuestra granja... asimismo, como las acciones de un pequeño niño salvaron una vida.
Si gustan pueden enviar esto a otras personas, siempre es bueno creer que cuando todo  sale mal, algo bueno pasa al final. Solo escribí esto para honrar la memoria de mi hermoso hijo Billy, el cual murió demasiado pronto... pero no antes sin mostrarme la verdadera cara de Dios, en un cuerpecito quemado por el sol.......
 
Colaboración de Ana María Zacagnino  -  desconozco la fuente original  ( año 2.002 )

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Reglas para ser humano

1. Recibirás un cuerpo.
Puede gustarte o no, pero será tuyo durante todo el tiempo que estés aquí.
2. Aprenderás lecciones.
Estás inscripto en una escuela informal de tiempo completo llamada vida.
En esta escuela cada día tendrás la oportunidad de aprender clases.
Es posible que las lecciones te gusten o que te parezcan irrelevantes y estúpidas.
3. No hay errores, sólo lecciones.
El crecimiento es un proceso de prueba y error: es una experimentación.
Los experimentos fallidos forman parte del proceso en igual medida que el experimento que funcione bien.
4. Una lección se repite hasta aprenderla.
Una lección se presentará de varias maneras hasta que la aprendas.
Una vez que la hayas aprendido, puedes pasar a la siguiente.
5. Las lecciones no tienen fin.
No hay nada en la vida que no contenga sus lecciones.
Si estás vivo, siempre tendrás algo que aprender.
6. "Allí" no es mejor que "aquí".
Cuando tu "allí se convierte en un "aquí", simplemente tendrás otro "allí" que de nuevo parecerá mejor.
7. Los otros no son más que tus espejos.
No puedes amar u odiar algo en otra persona a menos que refleje algo que amas u odias en ti mismo.
8. Lo que haces en tu vida depende de ti.
Tienes todas las herramientas y los recursos que necesitas.
Lo que hagas con ellos depende de ti. La decisión es tuya.
9. Tus respuestas están dentro de ti.
Las respuestas a los interrogantes de la Vida están en tu interior. Todo lo que debes hacer es mirar, escuchar y confiar.
10. Olvidarás todo esto.
11. Siempre que quieras, puedes recordarlo.
Colaboración de Ana María Zacagnino

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Descubre el amor, y hazlo conocer

Toma una sonrisa,
                                     regálala a quien nunca la ha tenido.
                                     Toma un rayo de sol,
                                     hazlo volar allá en donde reina la noche.
                                     Descubre una fuente,
                                     haz bañar a quien vive en el barro.
                                     Toma una lágrima,
                                     ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.
                                     Toma la valentía,
                                     ponla en el ánimo de quien no sabe luchar.
                                     Descubre la vida,
                                     nárrala a quien no sabe entenderla.
                                     Toma la esperanza,
                                     y vive en su luz.
                                     Toma la bondad,
                                     y dónala a quien no sabe donar.
                                     Descubre el amor,
                                     y hazlo conocer al mundo.
 
                                     Mahatma Gandhi

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La verdad llega con su luz

Les preguntó Hu-Ssong a sus discípulos:
-¿Que opinión debe importarle más a un hombre?
-La de los otros hombres -respondió uno.
-La de su familia -opinó otro.
-La de sus amigos -aventuró un tercero.
Dijo Hu-Ssong:
-Todas esas opiniones son muy importantes, pero ninguna más que la propia opinión. A los demás los podemos engañar, a nosotros mismos no.
Tarde o temprano la verdad llega con su luz.
Entonces nos vemos como somos y nos juzgamos sin error. Tal es el juicio final.
No importa nada que todos los hombres digan bien de mí si de mí mismo pienso mal .Y nada importa que todo el mundo piense mal de mí si yo aprobé mi examen de conciencia.
Los estudiantes quedaron en silencio. Entendieron que el tribunal superior lo lleva cada quien dentro de sí.
 
Armando Fuentes Aguirre.
 
Envió: L.S.
 

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com ( año 2.002 )

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Círculo del 99

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando y tarareando alegres canciones de juglares.  Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar. - Paje, le dijo - ¿Cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad? - ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- No hay ningún secreto, Alteza. - No me mientas, paje.  He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. - ¿Porqué esta siempre alegre y feliz?  Eh, ¿porqué?
- Majestad, no tengo razones para estar triste.  Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo.  Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además, su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿Cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey.  Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
- Pero, Majestad, no hay secreto.  Nada me gustaría mas que complacerlo, pero no hay nada que yo este ocultando... - ¡Vete, vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco.  No consiguió explicarse como el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.- ¿Porqué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del círculo. - ¿Fuera del círculo?
- Así es. - ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.- Así es.
- ¿Y cómo salió? - Nunca entró - ¿Qué círculo es ese? - El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo? - Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad.  Si le damos la oportunidad, él entrará solito.
- ¿Solito? ¿Pero el no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta. - ¡Entonces no entrará! - No lo podrá evitar.
- ¿Dices que el se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual Majestad; ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? - Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar.  Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una mas ni una menos.
- ¡99! ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada mas que la bolsa de cuero.  Majestad, hasta la noche.
Así fue.  Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey.  Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron, junto a la casa del paje.
Allí esperaron el alba.  Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía:
"Este tesoro es tuyo.  Es el premio por ser un buen hombre.  Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste."
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban, para ver lo que sucedía.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena.
El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela.  Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa.  Sus ojos no podían creer lo que veían.  ¡Era una montaña de monedas de oro!  El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacia brillar la luz de la vela sobre ellas.  Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas.
Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas.  Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: ¡¡99 monedas!!. Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más; luego en el piso y finalmente en la bolsa.
"No puede ser", pensó.  Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era mas baja. - Me robaron -gritó- ¡¡me robaron, malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba.  Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro...  sólo 99.
- "99 monedas. Es mucho dinero", pensó.  - "Pero me falta una moneda.
Noventa y nueve no es un número completo" -pensaba- "Cien es un número completo pero noventa y nueve, no."
El rey y su asesor miraban por la ventana.  La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus.  El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Tomo papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?.  Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.  Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla.  Después, quizás no necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar.  Con cien monedas de oro un hombre es rico.  Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo!  Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas.
De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.
Vender... Vender... Estaba haciendo calor.  ¿Para qué tanta ropa de invierno, para qué mas de un par de zapatos?  Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio volvieron al palacio.  El paje había entrado en el círculo del 99.
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche.  Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
- ¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. - Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no?  ¿Que querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.  No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
 
Envió:  Silvana Gonzabay
 

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com ( año 2.002 )

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La mano

Un día de Acción de Gracias, el editorial de un diario hablaba de una profesora de escuela, que pidió a los alumnos de su clase de primer grado que hicieran un dibujo de algo de lo que estuvieran agradecidos.  Pensó en cuán poco estos niños de un vecindario pobre podrían estar agradecidos. Pero sabía que la mayoría de ellos harían dibujos de pavos o de mesas  con comida. La profesora se sorprendió del dibujo que le entregó Douglas.... una sencilla mano dibujada de manera infantil.
 
¿Pero la mano de quién? La clase se sintió atraída por esa imagen abstracta. "Pienso que debe ser la mano de Dios que nos da alimento", dijo uno de los niños. "Un granjero" dijo otro, "porque cría los pavos". Finalmente cuando los demás continuaron en sus labores, la profesora se inclinó en el pupitre de Douglas y le preguntó de quién era esa mano. " Es la suya profesora", murmuró.
 
Ella recordó que, frecuentemente, en el momento del recreo había tomado la mano de Douglas, un andrajoso y desamparado muchacho. A menudo hacía esto con los niños. Sin embargo, para Douglas significaba mucho.
 
Quizás eso era todo en lo que podía pensar en el día de Acción de Gracias, no por lo material, que se nos da, sino por la oportunidad, en cualquier medida pequeña, de dar a los demás......
 

 

Colaboración de Ana María Zacagnino  ( año 2.002 )

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Las mujeres….

Las mujeres tienen fuerzas que asombran a los hombres.
Ellas cargan niños, penas y cosas pesadas...
Las mujeres esperan una llamada por teléfono  de su hombre  avisando que llegó sano y diciéndole que la extraña...
Ellas trabajan como niñeras, amas de casa, abogadas, maestras, ingenieras y solucionan disputas entre niños y vecinos..
Usan trajes, vaqueros, uniformes y minifaldas.
Las mujeres recorren largos caminos para conseguir la mejor escuela para sus hijos, la mejor atención para la salud de su familia...
Ellas no aceptan un "NO" como respuestas cuando están convencidas que hay una solución....
Las mujeres escriben una carta de amor a su hombre y saben pedir perdón y perdonar...
Son inteligentes y saben de su poder...
Saben que un abrazo, un beso y un te amo pueden sanar un corazón roto.
Una mujer puede lograr, que una mañana, una tarde o una noche romántica sean inolvidables...
Las mujeres vienen en todos los tamaños, colores y formas; viven en casas, cuartos, cabañas...
Ellas corren, manejan, caminan o usan e-mail...
El corazón de una mujer es lo que hace girar el mundo...
Todo lo que ellas quieren es un abrazo, un beso, una caricia, una llamada...
Las mujeres tienen mucho que decir y mucho que dar...
La belleza de la mujer no está en la ropa que lleve, la figura que tenga  o la forma en que se peine.
La belleza de una mujer debe verse en sus ojos, a través de ellos, porque es la puerta del corazón, el lugar donde el amor reside también se refleja su alma...
Es el cuidado que ella le da a la pasión para estar con el hombre  que  ama a quien se entrega inocentemente...
Es el cuidado que ella le da a su amado cuando está enfermo o cuando le prepara una taza de té en las noches de invierno...
La belleza de una mujer con el paso de los años crece hasta el  infinito, porque está en su esencia cada día, el florecer más hermosa que cualquier rosa.
 
Envíale esto a otras mujeres maravillosas, levantarás la autoestima de muchas más.
Haz lo mismo enviándoselo a hombres para que sepan reconocer una verdadera mujer cuando toque a su puerta, y no la dejen ir.
 

 

Colaboración de Ana María Zacagnino  ( año 2.002 )

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Necesito de alguien

Necesito de alguien

que me mire a los ojos cuando hablo.

Que escuche mis tristezas y neurosis con paciencia

y aún cuando no comprenda,

respete mis sentimientos.

Necesito de alguien

que venga a luchar a mi lado sin ser llamado.

Alguien lo suficientemente amigo

para decirme las verdades que no quiero oír,

aún sabiendo que puedo irritarme.

Por eso, en este mundo de indiferentes,

necesito de alguien que crea

en esa cosa misteriosa, desacreditada, casi imposible:

la amistad.

Que se obstine en ser leal, simple y justo.

Que no se vaya si algún día pierdo mi oro

y no pueda ser más la sensación de la fiesta.

Necesito de un amigo

que reciba con gratitud mi auxilio, mi mano extendida,

aún cuando eso sea muy poco para sus necesidades.

No pude elegir a quienes me trajeron al mundo,

pero puedo elegir a mi amigo.

En esta búsqueda empeño mi propia alma,

pues con una amistad verdadera,

la vida se torna más simple, más rica y más bella…

 

Charlie Chaplin

Colaboración de Ana María Zacagnino  ( 2.002 )

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No temas

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mi mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí,
hasta que me di cuenta de que de todos modos opinarían de mi.
Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo y en Dios.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa
necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan mas vida
y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
 
Envió:  Jenny Gaytán
 

Busca reflexiones anteriores en: http://busca.valores.org

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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El ayuno y las tentaciones de Jesús

Reflexión sobre la lectura del Santo Evangelio según San Mateo ( 4, 1-11 )
En la narración de las tentaciones son utilizados dos símbolos muy importantes para los judíos: el desierto, camino de discernimiento y encuentro con uno mismo y con Dios; y los cuarenta días, tiempo de purificación. Así, pudiéramos decir que este caminar de Jesús a través del desierto le sirvió para enfrentar las tentaciones que pudieran haberle estorbado para cumplir su vocación como hijo de Dios y salvador de los hombres. En este caminar, Jesús busca responder con las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad a las tentaciones que el demonio le fue  planteando en su discernimiento personal. De esta manera pudiéramos explicar la aplicación que Jesús hizo de sus virtudes:
 
Caridad No Sólo De Pan Vive El Hombre
La caridad o mejor conocido como el amor, es la capacidad de vivir para los demás y amar a Dios en los demás. Cuando Jesús no transforma esas piedras en panes, estaba dejando claro que él no quería usar los dones que Dios le había dado para sí mismo. Que él sólo podía vivir para los demás. Más tarde sí multiplicará los panes, pero no sería para él mismo sino para toda esa multitud que lo rodeaba y estaba hambrienta.
Cada uno de nosotros tiene diferentes dones y virtudes que Dios le ha dado. Sin embargo, hoy la sociedad nos invita a que nos sirvamos de ellos para beneficiarnos sólo nosotros. De esta manera, estamos convirtiendo todas las oportunidades que tenemos para vivir mejor nosotros pero pocas veces para que los demás vivan mejor. Como jóvenes estamos llamados a compartir nuestros dones y virtudes, y no quedarnos encerrados en nuestros propios círculos sin ayudar a aquellos que más lo necesitan.
 
Fe Adorarás Al Señor Tu Dios Y Sólo A Él Darás Culto
Jesús defiende la fe en su Padre y no se deja llevar por falsos dioses que le prometen cosas que pronto terminarán por robarle su libertad. Una fe firme le ayuda a Jesús a decidirse con claridad sobre sus convicciones para no dejarse llevar por las ofertas que le hacía el demonio.
¿Cuántas invitaciones recibimos los jóvenes, que nos invitan a dejarlo todo por seguirlas? El consumismo es el principal de todos, pero también está el indiferentismo, la flojera, el alcohol, la droga, el sexo como “falsos dioses” que ponen a prueba nuestra fe y que exigen de nosotros una convicción firme en Dios, única persona que ha dado su vida por nosotros.
 
 
 
Esperanza No Tentarás Al Señor Tu Dios.
El demonio le pide a Jesús poner sus esperanzas en falsas interpretaciones de la Sagrada Escritura. Sin embargo, Jesús sabe que nuestra esperanza en Dios tiene que ir acompañada de nuestra responsabilidad. Es decir, Dios nos ayuda con su gracia, pero nosotros tenemos que poner nuestra voluntad para alcanzar la felicidad que Dios nos ofrece.
El demonio le estaba pidiendo a Jesús que no fuera responsable y le dejara todo a Dios. Hoy nos invitan constantemente a dejar a un lado nuestra responsabilidad y poner nuestras esperanzas en falsas realidades que no nos llevarán a la verdadera felicidad.
Así, en la sexualidad nos dicen que no importa cómo la vivamos, lo importante es protegernos. Nos piden que pongamos nuestra esperanza en lo que tenemos, pero nos damos cuenta que eso tampoco nos hace felices. Nos dicen que el placer egoísta esta bien, que Dios lo creó, pero no se nos dice que lo creó como fruto del amor y de la donación de uno mismo.
 
Propósito
En este inicio de la cuaresma, podríamos comenzar por “ponerle nombre” a las tentaciones que más nos acechan en nuestra vida y nos alejan del camino que Jesús nos ha marcado hacia el encuentro con su Padre. Esto es muy importante, pues así sabremos que no luchamos contra algunas ideas abstractas o “falsos demonios” sino contra actitudes concretas que nos impiden vivir plenamente como cristianos.
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com  ( año 2.002 )
 

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