Conversión y penitencia

Miércoles de Ceniza ( 13 de Febrero 2002 )
El camino al que nos invita la Cuaresma se realiza, ante todo, con la oración:  en estas semanas, las comunidades cristianas deben transformarse en auténticas "escuelas de oración". Otro objetivo privilegiado es acercar a los fieles al sacramento de la reconciliación, para que cada uno pueda "redescubrir a Cristo como mysterium pietatis, en el que Dios nos muestra su corazón misericordioso y nos reconcilia plenamente consigo" (Novo millennio ineunte, 37).
 
Juan Pablo II. Homilía del Miércoles de Ceniza (28 de febrero de 2001)
 
I. Comienza la Cuaresma, tiempo de penitencia y de renovación interior para preparar la Pascua del Señor (CONCILIO VATICANO II, Sacrosantum Concilium). La liturgia de la Iglesia nos invita sin cesar a purificar nuestra alma y a recomenzar de nuevo.
En el momento de la imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza, el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis, después del pecado original: Acuérdate, hombre, de que eres polvo y en polvo te has de convertir (Génesis 3, 19). Y sin embargo, a veces olvidamos que sin el Señor no somos nada. Quiere el Señor que nos despeguemos de las cosas de la tierra para volvernos a Él.
Jesús busca en nosotros un corazón contrito, conocedor de sus faltas y pecados y dispuesto a eliminarlos. También desea un dolor sincero de los pecados que se manifestará ante todo en la Confesión sacramental.
El Señor nos atenderá si en el día de hoy le repetimos de corazón: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.
 
II. La verdadera conversión se manifiesta en la conducta: en el trabajo, hecho con orden, puntualidad e intensidad; en la familia, mortificando nuestro egoísmo y creando un ambiente más grato en nuestro entorno; y en la preparación y cuidado de la Confesión frecuente.
El Señor también nos pide hoy una mortificación más especial, que ofrecemos con alegría: la abstinencia y el ayuno; también la limosna que, ofrecida con un corazón misericordioso, desea llevar consuelo a quien pasa necesidad. Cada uno debe hacerse un plan concreto de mortificaciones para ofrecer al Señor diariamente esta Cuaresma. Para hacerlo, tengamos en cuenta que deben ser “mortificaciones que no mortifiquen a los demás, que nos vuelvan más delicados, más comprensivos, más abierto a todos” (J, ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa)
 
III. San Pablo (2 Corintios, 5) nos dice que éste es un tiempo excelente que debemos aprovechar para una profunda conversión. Podemos estar seguros que vamos a estar sostenidos por una particular gracia de Dios, propia del tiempo litúrgico que hemos comenzado. “Tiempo para que cada uno se sienta urgido por
Jesucristo. Para que los que alguna vez nos sentimos inclinados a aplazar esta decisión sepamos que ha llegado el momento. Para que los que tengan pesimismo, pensando que sus defectos no tienen remedio, sepan que ha llegado el momento. Comienza la Cuaresma; mirémosla como un tiempo de cambio y de esperanza” (A.Mª. GARCÍA DORRONSORO, Tiempo para creer)
 
Extraído de Meditar del portal Católico www.encuentra.com  ( año 2.002 )
 

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Publicado por

Javier Serrano

Arquitecto, Productor de Seguros y Agente Inmobiliario apasionado por los deportes y Cronista, Camarógrafo y Fotógrafo Amateur

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