He aprendido

He aprendido…Que la mejor aula de aprendizaje está los pies de una persona mayor.

He aprendido…Que cuando estás enamorado, se nota…

He aprendido…Que cuando solo una persona me dice, «Tu me alegraste el día», me alegra el día.

He aprendido…Que un bebé que se duerme en tus brazos genera el más profundo sentimiento de paz.

He aprendido…Que ser bondadoso es más importante que tener la razón.

He aprendido…Que nunca debemos rechazar el regalo de un niño.

He aprendido…Que yo siempre puedo rezar por otro cuando no tengo la fuerzas para ayudarlo de alguna otra manera..

He aprendido…Que la vida es como un rollo de papel; mientras más se acerca a su fin, más rápido se acaba.

He aprendido…Que deberíamos estar contentos que Dios no nos dio todo lo que pedimos.

He aprendido…Que el dinero no compra clase.

He aprendido…Que las pequeñas cosas de todos los días hacen la vida tan espectacular.

He aprendido…Que bajo la coraza más dura hay alguien que quiere ser apreciado y amado.

He aprendido…Que El Señor no lo hizo todo en un día. Qué me hace pensar que yo puedo?.

He aprendido…Que ignorar la realidad no cambia la realidad.

He aprendido..Que cuando planeas vengarte de alguien, estas dejando que esa persona te continué hiriendo.

He aprendido…Que el amor y no el tiempo cierra todas las heridas.

He aprendido…Que la forma mas fácil de crecer como persona es rodearme de gente más capaz que yo.

He aprendido….Que todos con los que te encuentras se merecen que los recibas con una sonrisa.

He aprendido….Que no hay nada mas dulce que dormir con un bebe y sentir su aliento en tus mejillas.

He aprendido….Que nadie es perfecto hasta que te enamoras de esa persona.

He aprendido….Que la vida es dura pero yo soy más duro.

He aprendido….Que las oportunidades nunca se pierden; alguien tomará la que dejaste pasar.

He aprendido….Que cuando te amarras a tu amargura, la felicidad amarrará en otro muelle.

He aprendido….Que desearía haberle dicho a mi Padre que lo quiero, una vez más, antes de que falleciera.

He aprendido….Que debemos mantener nuestras palabras tiernas, porque mañana tal vez debamos masticarlas.

He aprendido….Que una sonrisa es una forma muy barata de mejorar la presencia.

He aprendido… Que no puedo decidir como me siento, pero si puedo decidir qué voy a hacer al respecto.

He aprendido….Que mientras menos tiempo tengo disponible, más cosas termino.

 

Para todos Uds. ….Asegúrense que leen hasta la última frase.

 

Colaboración de Sergio Nieva

 

Una historia verídica

Su nombre era Fleming, y era un granjero escocés pobre. Un día, mientras intentaba ganarse la vida para su familia, oyó un lamento pidiendo ayuda que provenía de un pantano cercano. Dejó caer sus herramientas y corrió al pantano. Allí, encontró hasta la cintura en el estiércol húmedo y negro a un muchacho aterrado, gritando y esforzándose por liberarse. El granjero Fleming salvó al muchacho de lo que podría ser una lenta y espantosa muerte.

Al día siguiente, llegó un carruaje elegante a la granja. Un noble,

elegantemente vestido, salió y se presentó como el padre del muchacho al que el granjero Fleming había ayudado.

«Yo quiero recompensarlo», dijo el noble. «Usted salvó la vida de mi hijo».

«No, yo no puedo aceptar un pago por lo que hice», el granjero escocés contestó.

En ese momento, el hijo del granjero vino a la puerta de la cabaña. «¿Es su hijo?» el noble preguntó. «Sí», el granjero contestó orgullosamente.

«Le propongo hacer un trato. Permítame proporcionarle a su hijo el mismo nivel de educación que mi hijo disfrutará. Si el muchacho se parece a su padre, no dudo que crecerá hasta convertirse en el hombre del que nosotros dos estaremos orgullosos». Y el granjero aceptó. El hijo del granjero Fleming asistió a las mejores escuelas y, al tiempo, se graduó en la Escuela Médica del St. Mary’s Hospital en Londres, y siguió hasta darse a conocer en el mundo como el renombrado Dr. Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina.

Años después, el hijo del mismo noble que fue salvado del pantano estaba enfermo de pulmonía. ¿Qué salvó su vida esta vez? La penicilina.

El nombre del noble? Sir Randolph Churchill.

El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.

 

Alguien dijo una vez:

Lo que va, regresa.

Trabaja como si no necesitaras el dinero.

Ama como si nunca hubieses sido herido.

Baila como si nadie estuviera mirando.

Canta como si nadie escuchara.

Vive como si fuera el Cielo en la Tierra.

 

Colaboración de Ana Maggi

 

Cuando los hijos crecen

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años.

Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacía el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se cansaron de la situación.

«Tenemos que hacer algo con el abuelo», dijo el hijo. «Ya he tenido suficiente». «Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo».

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo.

Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: «¿Qué estás haciendo?»

Con la misma dulzura el niño le contestó: «Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos.»

Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.

Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se tiraba, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

Cambiar el mundo

Llegó una vez un profeta a una ciudad y comenzó a gritar, en su plaza mayor, que era necesario un cambio de la marcha del país.

El profeta gritaba y gritaba y una multitud considerable acudió a escuchar sus voces, aunque más por curiosidad que por interés. Y el profeta ponía toda su alma en sus voces, exigiendo el cambio de las costumbres.

Pero, según pasaban los días, eran menos cada vez los curiosos que rodeaban al profeta y ni una sola persona parecía dispuesta a cambiar de vida.

Pero el profeta no se desalentaba y seguía gritando.

Hasta que un día ya nadie se detuvo a escuchar sus voces. Mas el profeta seguía gritando en la soledad de la gran plaza. Y pasaban los días. Y el profeta seguía gritando. Y nadie le escuchaba.

Al fin, alguien se acercó y le preguntó: «¿Por qué sigues gritando?

¿No ves que nadie está dispuesto a cambiar?»

«Sigo gritando» -dijo el profeta- «porque si me callara, ellos me habrían cambiado a mí.»

 

José Luis Martín Descalzo

 

Envió: Gilberto Guerra García

 

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

¿Te has dado cuenta que…?

Cuando otro actúa de una manera poco adecuada, decimos que tiene mal carácter;

pero cuando tú lo haces, son los nervios.

Cuando otro se apega a sus métodos o a sus gustos, es obstinado;

pero cuando tú lo haces, es firmeza.

Cuando a otro no le gusta tu amigo, tiene prejuicios;

pero cuando a tí no te gusta su amigo, sencillamente,

muestras ser un buen juez de la naturaleza humana.

Cuando otro hace las cosas con calma, es una tortuga;

pero cuando tú lo haces despacio, es porque te gusta pensar las cosas.

Cuando otro gasta mucho, es un botarate;

pero cuando tú lo haces, eres muy generoso.

Cuando otro encuentra defectos en las cosas, es un maniático;

pero cuando tú lo haces, es porque sabes discernir.

Cuando otro tiene modales suaves, es débil;

pero cuando tú los tienes, eres cortés.

Cuando otro se compra un auto del año, es vanidad;

pero cuando tú te lo compras, es necesidad.

Cuando a otro le da ira, es pecado;

pero cuando a tí te da ira, es que «tu carácter es así.»

Cuando otro te dice la verdad que no te gusta, es que no tiene amor;

pero cuando tú lo haces, es que eres sincero.

Cuando otro no te saluda, es que es orgulloso;

pero cuando tú no saludas, es que no lo viste.

Cuando otro no cumple con su deber, es un irresponsable;

pero cuando tú no cumples con tu deber, es que realmente no puedes.

Cuando otro tiene serias dificultades, es que está en pecado;

pero cuando tú las tienes, es una prueba.

Cuando otro no trabaja, es que es un vago;

pero cuando tú no trabajas, es que no consigues trabajo.

Cuando otro sufre escasez, es que es un mal administrador;

pero cuando tú sufres escasez, es que no ganas suficiente.

Cuando otro habla de los demás, es un calumniador;

pero cuando tú hablas de los demás, es para orar.

Cuando otro cae en tentación, es un pecador;

pero cuando tú caes en tentación, es una debilidad.

Cuando otro no acepta el reto, es un cobarde;

pero cuando tú no lo aceptas, es que no estás capacitado.

Cuando otro recibe bendiciones, es por la misericordia de Dios;

pero cuando tú recibes bendiciones, es porque te las mereces.

Cuando el hijo de otro es rebelde, él es mal padre;

pero cuando tu hijo es rebelde, es porque heredó el carácter del abuelo.

Cuando otro paga mal por mal, es porque es un vengativo;

pero cuando tú lo haces, es porque estás haciendo justicia.

Cuando otro cumple con su deber, es para acumular puntos;

pero cuando tú cumples con tu deber, es porque eres responsable.

 

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

Si yo…

Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los demás… los comprendería.

Si yo encontrara lo positivo en todos… ¡con qué alegría me comunicaría con ellos!

Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás… los haría felices.

Si yo aceptara a todos como son… sufriría menos.

Si yo deseara siempre el bienestar de los demás… sería feliz.

Si yo criticara menos y amara más… cuántos amigos ganaría.

Si yo cambiara el tener más por el ser más… sería mejor persona.

Si yo cambiara de ser yo a ser nosotros… comenzaría la civilización del amor.

Si yo cambiara los ídolos: poder, dinero, sexo, ambición, egoísmo y vanidad definitivamente por: libertad, bondad, verdad, justicia, compasión, belleza y amor…. comenzaría a vivir la verdadera felicidad.

Si yo cambiara el querer dominar a los demás por el autodominio…

aprendería a amar en libertad.

Si yo dejara de mirar lo que hacen los demás…

tendría más tiempo para hacer más cosas.

Si yo cambiara el fijarme cuánto dan los otros para ver cuánto más puedo dar yo… erradicaría de mí la avaricia y conocería la abundancia.

Si yo cambiara el creer que sé todo… me daría la posibilidad de aprender más.

Si yo cambiara el identificarme con mis posesiones como títulos, dineros, status, posición familiar…

me daría cuenta de que lo más importante de mí es que yo soy un ser de amor.

Si yo cambiara todos mis miedos por amor… sería definitivamente libre.

Si yo cambiara el competir con los otros por competir conmigo mismo…

sería cada vez mejor.

Si yo dejara de envidiar lo ajeno… usaría todas mis energías para lograr lo mío.

Si yo cambiara el querer colgarme de lo que hacen otros

por desarrollar mi propia creatividad… haría cosas maravillosas.

Si yo cambiara el esperar cosas de los demás… no esperaría nada y

recibiría como regalo todo lo que me dan.

Si yo amara el mundo.. lo cambiaría.

Si yo cambiara… ¡podría contagiar al mundo de un cambio positivo!

 

Envió: Martha Portillo

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

Las cucharas

Dice una antigua leyenda china, que un discípulo preguntó al Maestro:

– ¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?.

El Maestro le respondió: es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré el infierno.

Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.

Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré el cielo.

Entraron en otra habitación, idéntica a la primera; con la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas pero, allí, todos estaban felices y alimentados.

– No comprendo dijo el discípulo, ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación si todo es lo mismo?

El Maestro sonrió. Ah… ¿no te has dado cuenta?

Como las cucharas tienen los mangos largos, no permitiéndoles llevar la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros.

 

Beneficio común, trabajo común… ¿Tan complicadas son las cosas que no vemos el beneficio común, que en definitiva es nuestro beneficio?

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

Vale la pena

Vale la pena… cada espina, cada rosa…

cada lágrima que riega lo que florecerá en sonrisa…

porque la Vida es maravillosa por ella misma…

no importan las penas, no importa el desamor…

porque pasa… todo pasa y el sol vuelve a brillar…

Hay momentos que sentimos que todo está mal,

que nuestras vidas se hunden en un abismo tan profundo,

que no se alcanza a ver ni un pequeño resquicio por el que pase la luz.

En esos momentos debemos tomar todo nuestro amor, nuestro coraje,

nuestros sentimientos, nuestra fuerza y luchar por salir adelante.

Muchas veces nos hemos preguntado si vale la pena entusiasmarnos de nuevo,

y solo puedo contestar una cosa: hagamos que nuestra vida valga la pena.

Vale la pena sufrir, porque he aprendido a amar con todo el corazón.

Vale la pena entregar todo, porque cada sonrisa y lágrima son sinceras.

Vale la pena agachar la cabeza y bajar las manos,

porque al levantarlas seré más fuerte de corazón.

Vale la pena una lágrima, porque es el filtro de mis sentimientos,

a través de ella me reconozco frágil y me muestro tal cual soy.

Vale la pena cometer errores, porque me da mayor experiencia y objetividad.

Vale la pena volver a levantar la cabeza,

porque una sola mirada puede llenar ese espacio vacío.

Vale la pena volver a sonreír, porque eso demuestra que he aprendido algo más.

Vale la pena acordarme de todas las cosas malas que me han pasado,

porque ellas forjaron lo que soy el día de hoy.

Vale la pena voltear hacia atrás,

porque así sé que he dejado huella en los demás.

Vale la pena vivir, porque cada minuto que pasa

es una oportunidad de volver a empezar.

Todo esto son solo palabras, letras entrelazadas con el único fin de dar una idea. Lo demás, depende de cada uno de nosotros.

Dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros.

Hagamos que nuestra vida valga la pena.

Seamos Felices… ¿Verdad que vale la pena?

Envió: Edwin Valdés

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

Siembra

Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada, es una simiente.

Cada una tiene en sí el poder vital y germinativo.

Procura, entonces, que caiga tu simiente

en el surco abierto del corazón de los hombres, y vigila su futuro.

Procura, además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos

y no produzca espinas y cizañas que dejen estériles las almas.

Muchas veces sembrarás en el dolor, pero siembra, traerá frutos de gozo.

A menudo sembrarás llorando, pero…

¿quién sabe si tu simiente no necesita del riego de tus lágrimas para que germine?

¿Rompió el alba y ha nacido el día? Salúdalo y siembra.

¿Llegó la hora cuando el sol te azota? Abre tu mano y arroja la semilla.

¿Ya te envuelven las sombras porque el sol se oculta? Eleva tu plegaria y siembra.

Si eres niño, siembra, tus propias manos recogerán el fruto.

Si ya eres viejo, las manos de tus hijos lo cosecharán.

Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada, fructificará según como lo siembres.

Ve y arroja el grano, ve abriendo el surco y siembra.

Y cuando llegue el atardecer de tu vida, enfrentarás la muerte con los brazos cargados y una amplia sonrisa, como el sembrador que, dejando la mancera al terminar el día, se acerca cargado y sonriente a la dulce cabaña donde lo espera la amada esposa y la sabrosa cena.

Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada es una simiente.

Procura, siempre: «una siembra de amor».

 

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

¿Sabes como llamarle?

A eso de caer y volver a levantarte,

de fracasar y volver a comenzar,

de seguir un camino y tener que torcerlo,

de encontrar el dolor y tener que afrontarlo,

a eso, no le llames adversidad,

llámale SABIDURIA

 

A eso de sentir la mano de Dios

y saberte impotente,

de fijarte una meta y tener que seguir otra,

de huir de una prueba y tener que encararla,

de planear un vuelo y tener que recortarlo,

de aspirar y no poder,

de querer y no saber,

de avanzar y no llegar,

a eso, no le llames castigo,

llámale ENSEÑANZA

 

A eso, de pasar días juntos radiantes,

días felices y días tristes,

días de soledad y días de compañía,

a eso, no le llames rutina,

llámale EXPERIENCIA

 

A eso, de que tus ojos miren y tus oídos oigan,

y tu cerebro funcione y tus manos trabajen,

y tu alma irradie y tu sensibilidad sienta,

y tu corazón ame,

a eso, no le llames poder humano,

llámale MILAGRO.

 

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

¿De qué se trata la vida?

La vida no se mide ganando puntos (como en un juego).

La vida no se mide por el número de amigos que tienes,

ni por como te aceptan los otros,

ni por los planes que tienes para el fin de semana,

ni por si te quedas en casa solo.

No se mide según con quienes sales, con quien solías salir

ni por el número de personas con quien has salido,

ni por si no has salido nunca con nadie.

No se mide por las personas que has besado.

No se mide por el sexo.

No se mide por la fama de tu familia,

ni por el dinero o bienes que tu familia posea,

ni por la marca del coche que manejas, ni por la escuela que asistes.

No se mide por lo feo o guapo que seas,

ni por los zapatos que uses o el tipo de música que prefieras.

No importa si tienes el pelo rubio, castaño, negro o rojo,

o si tu tez es blanca o morena.

No se mide por las notas que recibes, ni por lo inteligente que seas,

ni por lo inteligente que dicen los exámenes estandarizados que eres.

No se mide por las organizaciones sociales a las que perteneces,

tampoco por qué tan bueno seas en «tu» deporte.

La vida simplemente no es nada de eso.

Pero la vida sí se mide según el amor que des o según el daño que hagas.

Se mide según la felicidad o la tristeza que proporciones a otros.

Se mide por los compromisos que cumples o las confianzas que traicionas.

Se trata de la AMISTAD, la cual puede usarse

como algo sagrado o como un arma.

Se trata de lo que dices y lo que quieres decir, sea dañino o benéfico.

Se trata de murmurar o de contribuir a los pequeños chismes.

Se trata de los juicios que formulas y de por qué los formulas,

y a quién y con que intención se los comentas.

Se trata de a quién no le haces caso o ignoras…adrede y a pleno propósito.

Se trata del celo, del miedo, de la ignorancia y de la venganza.

Se trata del odio que puedes llevar adentro,

de como lo borras o como lo riegas y lo cultivas.

Pero la mayor parte se trata de si usas la vida tuya

para tocar y amar o para envenenar el corazón de otros,

de una manera que habría sido imposible que ocurriera de otra forma.

TÚ y solo TÚ escoges la manera en que afectarás

para bien o para mal el corazón de tus semejantes…..

y esas decisiones son de lo que se trata la vida.

 

 

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

Acuérdate de lo bueno

Cuando el cielo esté gris

acuérdate cuando lo viste profundamente azul.

Cuando sientas frío

piensa en un sol radiante que ya te ha calentado.

Cuando sufras una derrota

acuérdate de tus triunfos y de tus logros.

Cuando necesites amor

revive tus experiencias de afecto y ternura.

Acuérdate de lo que has vivido

y de lo que has dado con alegría

Recuerda los regalos que te han hecho, los besos que te han dado,

los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti han emanado.

Si esto has tenido, lo podrás volver a tener

y lo que has logrado, lo podrás volver a ganar.

Alégrate por lo bueno que tienes y por lo de los demás;

desecha los recuerdos tristes y dolorosos, no te lastimes más.

Piensa en lo bueno, en lo amable,

en lo bello y en la verdad.

Recorre tu vida y detente en donde haya

bellos recuerdos y emociones sanas y vívelas otra vez.

Visualiza aquel atardecer que te emocionó.

Revive esa caricia espontánea que se te dio.

Disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido,

piensa y vive el bien.

Allá en tu mente están guardadas todas las imágenes

y solo tú decides cuáles has de volver a mirar…

Que tengas un lindo fin de semana!!!

Besitos

Ana María

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

¡¡¡Te quiero mucho!!!

Había una vez un muchacho el primero en todo, mejor atleta, mejor estudiante, pero nunca supo si era buen hijo, un buen compañero o un muy buen amigo.

En un día de depresión el muchacho se dejó morir; cuando iba camino al cielo se encontró con un ángel y este le preguntó:

¿Por qué lo hiciste si sabías que te querían?

A lo que él respondió: Hay veces que vale más una sola palabra de consuelo que todo lo que se sienta…..en tanto tiempo nunca escuché : estoy orgulloso de ti, gracias por ser mi amigo …..ni siquiera un «TE QUIERO MUCHO…..»

Al quedar pensativo el ángel, el muchacho dijo:

«Y sabes qué es lo que más duele??

El ángel triste le preguntó: ¿qué es?

El muchacho respondió: todavía espero escuchar algún día un !!!TE QUIERO !!!

Luego de esto el ángel abrazó al muchacho y le dijo que no se preocupase porque se estaba acercando a la única persona que siempre le dijo al oído que lo amaba aunque él nunca lo haya escuchado, y que lo recibía con los brazos abiertos.

Es importante decirle a las personas que quieres lo importantes que son para ti..

Si muero hoy…sólo quería que lo supieras: GRACIAS POR TU AMISTAD !!!!!

!!!!!!!!!TE QUIERO MUCHO !!!!!!

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

Aprendí a vivir

¿Qué cómo aprendí a vivir

y cuándo aprendí a querer?…..

¿Qué cómo aprendí a sufrir?….

¿Cuándo?…. ¿cómo?…. no lo sé.

Aprendí a mirar las estrellas,

alumbrando los sueños con ellas.

A mirar los colores del viento

y a sentir el sabor del silencio.

Aprendí a encender ilusiones

y a escuchar hablar los corazones,

con palabras calladas,

con matices de mil sensaciones.

Cuando un día, el dolor tomó mi mano,

conocí de frente a la tristeza,

la pena y el llanto se marcharon,

al sentir el amor y su grandeza.

La soledad, querida compañera,

la que con tanto miedo rechazaba,

me mostró la paz y la armonía

de los momentos que con ella estaba.

Comprendí, el sentido de la vida,

viviendo el amor y la desdicha,

sintiendo la alegría y la tristeza,

conociendo lo breve de la vida.

Aprendí el valor de la paciencia,

a calmar los vientos de mi ira,

a llenar con mares de esperanza

las zonas más oscuras de mi vida.

Es así, que aprendí a vivir.

Envió: Edwin Valdés

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

 

Desiderata

Camina plácido entre el ruido y la prisa,

y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.

En cuanto sea posible y sin rendirte

mantén buenas relaciones con todas las personas.

Enuncia tu verdad de una manera clara y serena, y escucha a los demás,

incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia.

Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado

pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.

Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes.

Mantén el interés en tu propia carrera por humilde que sea,

ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.

Sé cauto en tus negocios pues el mundo está lleno de engaño,

más no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe.

Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales,

la vida está llena de heroísmo.

Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto

y no seas cínico en el amor, pues en medio de todas las arideces y desengaños,

es perenne como la hierba.

Acata dócilmente el consejo de los años

Abandonando con donaire las cosas de la juventud.

Cultiva la firmeza del espíritu para que te proteja de las adversidades repentinas,

Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.

Sobre una sana disciplina sé benigno contigo mismo,

Tú eres una criatura del universo no menos que las plantas y estrellas.

Tienes derecho a existir y sea que te resulte claro o no,

indudablemente el universo marcha como debiera.

Por eso debes estar en paz con Dios cualquiera sea tu idea de Él

Y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones.

Conserva la paz en tu alma en la bulliciosa confusión de la vida,

Aún con todas sus farsas, penalidades y sueños fallidos.

El mundo es todavía hermoso,

sé cauto, esfuérzate por ser feliz.

Encontrado en la Vieja Iglesia de SAINT PAUL, Baltimore, en el año 1695.

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

Bendiciones

Mi madre siempre contaba una historia así:

Había una joven muy rica, que tenía de todo, un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo que le daba muchísimo bien, una familia unida. Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso; el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba deficitaria en algún área.

Si el trabajo le consumía mucho tiempo, ella lo quitaba de los hijos, si

surgían problemas, ella dejaba de lado al marido… Y así, las personas que

ella amaba eran siempre dejadas para después. Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: Una flor carísima y rarísima, de la cual sólo había un ejemplar en todo el mundo.

Y le dijo: Hija, esta flor te va a ayudar mucho, ¡mas de lo que te imaginas! Tan sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando, y a veces conversar un poco

con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas

maravillosas flores.

La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza

sin igual. Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía

todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de

la flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor y las flores todavía estaban allá, no

mostraban señal de flaqueza o muerte, apenas estaban allá, lindas,

perfumadas. Entonces ella pasaba de largo.

Hasta que un día, sin más ni menos, la flor murió. Ella llegó a casa ¡y se

llevó susto! Estaba completamente muerta, sus raíz estaba reseca, sus flores

caídas y sus hojas amarillas. La joven lloró mucho, y contó a su padre lo que había ocurrido. Su padre entonces respondió:

– Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y no te puedo dar otra flor, porque no existe otra flor igual a esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido y tu familia. Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero tú tienes que aprender a regarlos, podarlos y darles atención, pues al igual que la flor, los sentimientos también mueren.

Te acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre florida, siempre

perfumada, y te olvidaste de cuidarla. ¡Cuida a las personas que amas!

Acuérdate siempre de la flor, pues las Bendiciones del Señor son como ella,

Él nos da, pero nosotros tenemos que cuidar.

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

Hoy hablé con mi padre

Mi padre me llama mucho por teléfono -decía un hombre joven-, para pedirme que vaya a platicar con él. Yo voy poco. Ya sabes cómo son los viejos; cuentan las mismas cosas una y otra vez.

Además nunca faltan bretes: que el trabajo, que mi mujer, que los amigos…

En cambio -le dijo su compañero-, yo platico mucho con mi papá. Cada vez que estoy triste voy con él; cuando me siento solo, cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a él y me siento mejor.

Caray -se apenó el otro-, eres mejor que yo.

Soy igual -respondió el amigo con tristeza-.

Lo que pasa es que visito a mi papá en el cementerio. Murió hace tiempo. Mientras vivió tampoco yo iba a platicar con él.

Ahora me hace falta su presencia, y lo busco cuando ya se me fue.

Platica con tu padre hoy que lo tienes; no esperes a que esté en el panteón, como hice yo.

En su automóvil iba pensando el muchacho en las palabras de su amigo.

Cuando llegó a la oficina dijo a su secretaria: -Comuníqueme por favor con mi papá.

 

Envió: Hilda Alvarado

 

Extraído de Valores del Portal Católico www.encuentra.com

 

Vuelo del alma

En la ciudad donde vivo tengo una enemiga que está destrozándome la vida poco a poco.

Por favor, le suplico que no me pida que ponga la otra mejilla. Eso fue lo que intenté en un principio y ella siguió haciéndome cada vez más daño. Esta mujer ha ido contando terribles mentiras sobre mí y a consecuencia de ello me he quedado sin trabajo, mi marido me ha pedido el divorcio y muchos de mis amigos me han abandonado.

Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian.

«Éste es sin ninguna duda el mandato más difícil de seguir»-pensó el santo-«pero en cualquier caso esta mujer me ha prohibido de antemano que utilice las enseñanzas del Mesías para solucionar su problema.»

-¿Crees que tu enemiga sería capaz incluso de asesinarte?-preguntó

– No, no lo creo. Más bien pienso que es lo único que ella nunca haría.

– Estupendo, como dijo Platón refiriéndose a Anito y Meleto:»Pueden matarme ,pero no herirme»-el santo sonrió y extendió las manos como si el problema ya hubiera quedado resuelto.

– Hombre santo, discúlpeme pero, si me permite, le diré que tengo la impresión de que usted estaba un poco distraído, pues como le he contado, ella sí me ha ocasionado un daño terrible.

– No obstante, yo te veo indemne. Estás perfectamente, eres libre y además has descubierto quiénes son tus verdaderos amigos,¿no es así?.

– Bueno, sí, en cierta manera.

– Tu vida ahora ha quedado despejada, reducida a lo esencial, es oro puro. Posees salud, inteligencia y fortaleza. Tienes mucha suerte.

– ¿De verdad? explíqueme cómo es eso.

– Acabo de hacerlo. Ya sea que esta pobre enemiga tuya esté engañándose a sí misma, o le hayan ido contando mentiras acerca de ti, o la corroa la envidia, ella carece de la vitalidad y la fuerza necesarias para ver o pensar con claridad debido a lo obsesionada que está contigo.

-Sí, pero…

– Y así te insto a que seas bondadosa cuando pienses en ella. No sabe lo que hace. No es capaz de cuidar de sí misma, ni tampoco de llevar adelante su vida como tú lo has hecho y continúas haciendo ,o sea, como un proceso de crecimiento y aprendizaje. De ahora en adelante esta pobre y débil criatura ya no tendrá el poder de perturbarte.

– Dicho de ese modo…

– En mi opinión, tú eres una persona que se ha reconciliado consigo misma y desde esta nueva posición de fuerza no te resultará difícil ser bondadosa. Ve y sé amable.

La mujer sonrió.

– Sí, lo haré. Me ha convencido- se levantó para marcharse pero antes se detuvo y, encarando al santo, se echó a reír- ¿Se da cuenta de que todo lo que me ha dicho se reduce a poner la otra mejilla?

-Sí, un poco- reconoció el santo y ,tras pensarlo un instante, prosiguió- :Hummm, sí, ya veo a lo que te refieres.

«Es imposible mejorar las palabras del Maestro»,concluyó para sí.

 

 

De: El santo , de Susan Trott, fragmento del cap. 23.

 

 

Colaboración de Ana María Zacagnino

 

Mi padre cuando yo tenía …

4 años : Mi papá puede hacer de todo.

6 años : Mi papá sabe un montón.

8 años : Mi papá es más inteligente que el tuyo.

10 años : Mi papá consigue todo lo que quiere.

12 años : Mi papá no siempre tiene razón.

14 años : Mi papá no sabe exactamente todo.

16 años : En la época de papá, las cosas eran distintas.

18 años : No le hagas caso a mi viejo, ¡es tan antiguo!

20 años : ¿ Él ?, ¡por favor!, está fuera de onda.

25 años : Mi padre sabe un poco de eso, puesto que ya tiene sus años…

30 años : Tal vez deberíamos preguntarle a papá qué le parece.

35 años : No voy a hacer nada hasta no hablar con papá.

40 años : Me pregunto cómo habría manejado esto papá.

45 años : Mi padre era muy inteligente y tenía un mundo de experiencia.

50 años : Daría cualquier cosa porque papá estuviera aquí

para poder hablar esto con él.

55 años : Lástima que no valoré a mi padre.

Podría haber aprendido mucho de él…

Colaboración de Claudia Deluca

 

No te rindas

No te rindas sin antes haber luchado,

el que es vencido es aquel que no ha sido capaz

de llevar consigo una ilusión,

 

Atraviesa cada obstáculo por más duro que sea,

porque lo más importante en tu vida

es llegar a cumplir tu sueño!

 

Disfruta cada amanecer,

cada gota de lluvia…

porque cada cosa en este mundo

es única e irrepetible…

 

No dejes que te convenzan de

que todo al fin desilusiona,

escucha siempre tu corazón:

el siempre tomará el camino que

verdaderamente te corresponde…

 

No te detengas hasta tener

en tus manos tu sueño,

intenta ver lo mejor de cada cosa y

sonríele a todos tus errores…

 

Ama a cada persona que toca tu vida

y nunca pierdas la ilusión,

levanta los ojos,

mira hacia el horizonte

y cree…