Resucitarán para ti

Tus muertos resucitarán “para ti”, cuando hayas aceptado que “murieron para ti”; sólo los recuperas en su regreso, cuando aceptaste su partida.

¡No es posible la alegría del reencuentro, sin sufrir el dolor de la despedida!

No te mueras con tus muertos;

¡llora la siembra de ayer con la esperanza puesta en la cosecha de mañana!

Acepta que la muerte de tus seres queridos te despierta mucha rabia, aunque no sepas por qué y aunque no quieras sentirla.

Tu resistencia ante la muerte te hace rebelarte, aunque no sepas del todo contra quién hacerlo…¿Contra Dios…? ¿Contra tus muertos…porque te abandonaron? ¿Contra…?

No te mueras con tus muertos; ¡déjalos dormir su tiempo como duerme la oruga en la crisálida, esperando la primavera para hacerse mariposa!

Dios no es menos Dios, más justo o más injusto, más bueno o más malo, cuando naces que cuando mueres. O crees en Él siempre, o no crees nunca; pero una cosa es creer en Él y otra es creer en tus explicaciones.

¡Ante la muerte se acaban tus explicaciones!

No te tortures sintiéndote culpable ante tus muertos. ¡Los muertos no cobran deudas! ¡Además, si hoy resucitaran, volverías a ser con ellos como fuiste! ¿O no sabías con certeza que un día iban a morir?

No te mueras con tus muertos; ¡muéstrales más bien, que como el árbol podado en el invierno, lejos de morirte, retoñas vistiendo tu desnudez, devolviendo frutos por heridas!

Acepta y date cuenta, de que tus muertos te plantean un serio desafío : el de tener una respuesta para el sentido de tu vida. Porque mientras no sabes para qué murieron ellos, tampoco sabes para qué vives tú. ¿O no piensas morir?

 

…la vida y la esperanza

Ante tus muertos queridos tu corazón tiene mil interrogantes y tu razón, ninguna respuesta. Resolverás mejor la cosa, cuando preguntes menos y aceptes más.

Las flores que regalas a tus muertos hablan de la vida y la esperanza. También en tu corazón duermen la vida y la esperanza, esperando que tú las despiertes para seguir viviendo esperanzado.

No te mueras con tus muertos;

¡míralos marchar por su camino, hacia su meta, y aprende la lección que ellos te dejan, diciendo que tu andar de peregrino, también tiene un final, al que te acercas…!

Más que con la frialdad de los mármoles, más que con suntuosos monumentos y grandilocuentes discursos, honra a tus muertos con una vida digna. ¡Piensa qué esperas para ti cuando hayas muerto!

Aprende de tus muertos una lección para la vida : es mejor amar a los tuyos mientras viven, que quitarte culpas por no haberlos amado, cuando ya se fueron.

No te mueras con tus muertos;

¡despídelos, como despides las aguas del río que van al mar, sabiendo que volverán mañana nubes, y serán lluvias sobre tu rostro!

Así como los cirios encendidos se queman y derriten dando luz y calor en la despedida de tus muertos, que tu corazón no se derrita en vano, quemándose en el fuego del dolor sino que arda en las llamas del amor y en la luz de la esperanza.

No te mueras con tus muertos;

¡vive este invierno de dolor, que te desnuda como quitándote la vida; pero, recuerda que la savia duerme para retoñar y florecer en primavera!

Parte del dolor que te golpea, cuando despides a tus muertos, se debe a una pregunta que golpea en tu interior, interrogando por el sentido de la vida.

Si respondes de verdad, sincera y frontalmente, gracias a la muerte de tus muertos tú vivirás más plena y auténticamente.

 

 

Extraído del libro No te mueras con tus muertos

de René Juan Trossero – Editorial Bonum

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Día de la madre

“…hoy es un día muy especial para todos aquellos que hemos recordado a nuestra madre. Nosotros lo hicimos con una oración y con mucha alegría en nuestro corazón ya que sabemos que desde el lugar donde se encuentre nos ayudará a resolver los problemas cotidianos.

Cuando estaba físicamente conmigo siempre le decía : “ yo tengo dos madres, tú eres la que me distes la vida, y mi otra MADRE es la mamá espiritual que me acompaña siempre.”

Si bien la presencia física es importante, les aseguro para todos aquellos que hoy no la tienen, que no sólo derramen lágrimas de tristeza. Para poder aceptar éstas pérdidas es saludable y beneficioso ofrecer nuestra pena a nuestra madre espiritual, para que ella con su gran sabiduría la transforme en amor y aceptación por lo que estamos pasando y así el camino será menos dificultoso hasta que la volvamos a encontrar. Que así sea .”

 

Atte. Maria Inés

Colaboración de María Inés Pérez ( 2001 )

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Quisiera compartir contigo…

Amigo :

tu propia muerte te asusta, y la muerte de tus seres queridos te duele.

No voy a escribir una sola palabra para superar tu miedo o suprimir tu dolor,

porque no tengo esa palabra mágica. Tu verás cómo enfrentar tu propia muerte.

Yo sólo quisiera compartir contigo algunas cosas simples,

para que te duelas sanamente y hagas tu dolor más llevadero,

ante la muerte de los tuyos. Y eso es todo.

Que te duelas, dije, sanamente, a causa de tus muertos,

que te deprimas un tanto y un tiempo, pero no que no puedas vivir,

que te dejes morir porque murió tu madre, tu padre o tu hermano,

tu esposo o tu esposa, tu hijo o tu amigo…

Yo quisiera ayudarte, si me es posible y si tú quieres,

a que sufras sanamente, para seguir viviendo;

porque he visto a muchos MORIRSE CON SUS MUERTOS.

Tus muertos ya murieron, y en tu mente ya lo sabes.

Pero tu corazón necesita tiempo para saber y aceptar que ya partieron.

Por eso tu dolor resurge como nuevo, ante esa mesa familiar

donde un lugar quedó vacío, en esa Navidad donde alguien falta,

en ese nacimiento sin abuelo, en ese año nuevo en que se brinda

y alguien ya no levanta la copa…

Así es el corazón humano:

siempre vive de a poco lo que la razón sabe de golpe.

¡Para la mente los muertos mueren una vez; para el corazón mueren muchas veces!

Extraído del libro No te mueras con tus muertos

de René Juan Trossero – Editorial Bonum

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Me acerco a ti, hermano…

Con el religioso respeto con que se ingresa a un templo;

con la cálida ternura con que se acaricia a un niño;

y con la cuidadosa delicadeza con que se cura una herida,

me acerco a ti, hermano que estás de duelo y sufres el desgarrón de la despedida,

provocado por la muerte, para entregarte estas simples palabras.

Algunas te servirán de alivio y de consuelo, otras te irritarán, ¡seguramente!,

porque no dicen lo que tú sientes ahora. No te impacientes;

acéptalas como indicadoras de un camino, que hay que recorrer con tiempo,

y no como preceptoras de un deber que ya debieras haber cumplido.

Si algo te choca hoy, déjalo, y tal vez lo leas mejor mañana.

Éstas palabras mías no te dirán lo mismo en los comienzos, en el medio

o al final del largo camino de tu duelo.

Tu tienes por delante un camino largo y doloroso, y al presentarte la meta

no es para impacientarte, ni para reprocharte por no haber llegado,

sino para alentarte a seguir andando.

Tú caminas por tu desierto y el sol y las arenas enardecen tu sed;

si yo te hablo de un oasis no es para culparte por no haberlo alcanzado,

sino para alentar tus pasos. ¡Tal vez concluyas tu duelo

cuando estemos de acuerdo, y hayas encontrado el oasis…!

Extraído del libro No te mueras con tus muertos

de René Juan Trossero – Editorial Bonum

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Señor, Dios mío

Señor, Dios mío
no tengo idea hacia adonde voy,
no veo el camino que hay ante mí,
no tengo la seguridad de donde termina.
No te conozco realmente,
y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad
no significa que realmente lo haga.
Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente
y espero tener ese deseo en todo lo que estoy haciendo.
Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo.
Y sé que si hago esto Tú me llevarás por el camino recto,
aunque yo no te conozca.
Por lo tanto, siempre confiaré en Ti,
aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte,
no temeré pues estás siempre conmigo,
y no dejarás que haga frente solo a mis peligros.
 
Thomas Merton
 
 
Colaboración de Claudia Deluca, con quien soñamos juntos compartir mensajes de amor, fe y esperanza para enriquecer el espíritu y reflexionar.
 

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No llores si me amas

¡Si conocieras el Don de Dios y lo que es el Cielo!
¡Si pudieras oir el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver con tus ojos los horizontes, los campos eternos
y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si pudieras por un instante, contemplar como yo
la belleza ante la cual los astros palidecen!
Créeme : cuando la muerte venga a romper tus ligaduras
como ha roto las mías y cuando un día que Dios ha fijado y conoce,
tu alma venga a este cielo en que te he precedido,
ese día volverás a verme y encontrarás mi corazón que te amó
y te sigue amando, con todas las ternuras purificadas.
Volverás a verme pero transfigurado y feliz,
avanzando contigo por los senderos nuevos de la luz y de la vida,
bebiendo a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Por eso, no llores si me amas.
 
San Agustín
 
 
 

Que estas palabras te acompañen y te sirvan de guía hoy y siempre.

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