Al Final de la Jornada

Y al final de la jornada, cuando el día ha terminado y busques descanso para el cuerpo, dedica unos momentos de vuestro tiempo para examinar vuestra conciencia.

Revive en tu mente lo vivido en el día que termina. Lo bueno y lo malo que hayas hecho. Tus pensamientos, tus palabras, tus obras, y … aprende de todo ello.

Al valorar tus actos, pensamientos y palabras, no lo hagas con el fiel de la balanza humana, ve al juez que en nosotros mora, aquel que nos conoce y que sabe todo sobre nosotros.

Y él dará la sentencia justa y sabia. Con la voz de la conciencia que habla al corazón. Aquella que hablará por vos al final de la jornada.

Y no te lamentes del mal que pudiste haber hecho, porque eso destruye. Pero, aprende, sí y enmienda tus errores. Así tu experiencia crecerá y los errores cometidos no volverán a serlo.

No es error caer en falta, sino el volver a caer en ella repetidas veces. Porque entonces ya no podrás decir que no lo sabías.

Y aún mayor error es no saber levantarse cuando se ha caído, porque eso es cobardía. Así, no lamentes tus errores y empieza de nuevo. Porque la vida es un eterno comienzo. Al final de un horizonte siempre hay otro nuevo, y donde termina un camino empieza otro.

Y extrae lo mejor de lo bueno que hayas hecho, para guardarlo como un tesoro en vuestro corazón. Acumula allí tales tesoros y serás rico. Y nadie podrá quitarte tal riqueza, ni aún la muerte que destruye la materia.

Porque esa riqueza es del espíritu, y estará allí donde vos estés. Y es en verdad la única riqueza que podrás llevarte de este mundo.

No atesores pues riquezas en vuestras arcas de oro. Porque no habrá de mirar allí el Padre en la hora de las cuentas, sino en las arcas del alma.

Analiza tus obras cada día y aprende de ellas. Así conocerás un poco de vuestra naturaleza y llegarás al conocimiento de vos mismo.

Así cada día tu hoy será mejor que tu ayer y mañana será mejor que hoy. Y si de verdad sos sincero con vos mismo, cada día serás mejor de los que sos.

Tu vida es como un lienzo en el que grabas tus obras. Creas colores, matices y trazas líneas con tus pensamientos y tus obras. Y cada uno de ellos deja su huella en el libro de la vida.

…Y al final de la jornada, cuando termine tu paso por la tierra te detendrás en el umbral del mundo a contemplar tu obra. Y verás reflejado en ella todo cuanto hiciste.

Tus más recónditos pensamientos, tus más silenciosas palabras, tus más nimios actos, habrán dejado su huella en el libro de la vida.

Mira qué has puesto y qué habrás de poner en tu lienzo, porque de todo eso vos mismo serás el juez.

Y no hay en verdad juez más severo que el hombre cuando se juzga a sí mismo, ni peor infierno que aquel creado por su conciencia.

Porque el Padre nos ama por encima de todo.

 

Colaboración de Cristina Minolli
 
 

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Publicado por

Javier Serrano

Arquitecto, Productor de Seguros y Agente Inmobiliario apasionado por los deportes y Cronista, Camarógrafo y Fotógrafo Amateur

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