El corazón perfecto

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños.

Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.

De pronto un anciano se acercó y dijo: «¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni aproximadamente, tan hermoso como el mío?

Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.

La mirada de la gente se sobrecogió – «¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?», pensaron …

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. «Debes estar bromeando,» dijo. «Compara tu corazón con el mío… El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.»

«Es cierto,» dijo el anciano, «tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo… Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido.»

«Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos – dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.»

«¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?»

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.

El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

Envió: Sergio Oyervides Parra

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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Piedritas en un frasco

Para todos los que estamos escasos de tiempo

Un experto Asesor de Empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó: ¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco?

Después de que los asistentes hicieron sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó: ¿Está lleno?

Todo el mundo asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla (piedras pequeñas). Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejan las piedras grandes.

El experto sonrió con ironía y repitió ¿Está lleno?

Esta vez los oyentes dudaron: Tal vez. ¡Bien! Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la gravilla.

¿Está lleno? Preguntó de nuevo.¡No! Exclamaron los asistentes.

¡Bien! Dijo. Y tomó una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no rebosaba.

Bueno, ¿que hemos demostrado? Preguntó.

Un alumno respondió: Que no importa lo llena que está tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.

¡No! Concluyó el experto.

Lo que esta lección nos enseña, es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

¿Cuáles son los grandes piedras en tu vida?

Tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu salud, la persona amada.

Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su lugar.

Colaboración de Oscar, que se lo envió a Irene Walsh

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Una historia de milagros

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque; un Sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno del Sabio.

Fue entonces cuando el poderoso dirigiéndose al Sabio dijo :

– Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que inclusive puedes hacer milagros.

– Soy una persona vieja y cansada… ¿Como crees que yo podría hacer milagros?. Respondió.

– Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos… esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso.

– ¿Te referías a eso?… Tu lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso… no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo solo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego, y todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.

– Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que tu haces… muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.

Ante la insistencia de aquel hombre poderoso, el Sabio aceptó mostrarle tres milagros. Y así, con la mirada serena y sin hacer ningún movimiento le preguntó:

– ¿Esta mañana volvió a salir el sol?.

– Sí, claro que si.

– Pues ahí tienes un milagro….. el milagro de la luz.

– No, yo quiero ver un verdadero milagro; oculta el sol, saca agua de una piedra…. mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas.

– ¿Quieres un verdadero milagro? No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?.

– ¡Si! Fue varón y es mi primogénito.

– Ahí tienes el segundo milagro…. el milagro de la vida.

– Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro…

– ¿Acaso no estamos en época de cosecha?¿No hay trigo y sorgo donde hace unos meses solo había tierra?.

– Si, igual que todos los años.

– Pues ahí tienes el tercer milagro…

– Creo que no me he explicado. Lo que yo quiero…

Sus palabras fueron cortadas por el Sabio, quien convencido de la obstinación de aquel hombre y seguro de no poder hacerle comprender la maravilla que existe en todo aquello que le había mostrado señaló :

– Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía hacer por ti…Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo he hecho todo lo que podía hacer.

Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El Sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el Sabio y su alumno, el Sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomo al conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba algo desconcertado:

– Maestro te he visto hacer milagros como este casi todos los días, ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿Por que lo haces ahora que no puede verlo?».

– Lo que él buscaba no era un milagro, sino un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey primero hay que ser príncipe; para ser maestro primero hay que ser alumno… no puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día.

El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido.

Agradecemos esta aportación a Marisol Cruz

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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Por qué vuelan en «V»

El próximo otoño, cuando veas los gansos dirigiéndose hacia el sur para el invierno, fíjate que vuelan formando una «V». Tal vez te interese saber lo que la ciencia ha descubierto acerca del porque vuelan en esa forma.

Se ha comprobado que cuando el pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va de tras de él. Volando en «V» la bandada completa aumenta por lo menos un 71% más de su poder que si cada pájaro volara solo. Las personas que comparten una dirección común y tienen sentido de comunidad pueden llegar a donde deseen más fácil y rápidamente porque van apoyándose mutuamente.

Cada vez que un ganso se sale de la formación siente inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a su formación para beneficiarse de poder del compañero que va adelante. Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso nos mantendríamos con aquellos que se dirigen en nuestra misma dirección.

Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Obtenemos mejores resultados si tomamos turnos haciendo los trabajos difíciles.

Los gansos que van atrás graznan para alentar a los que van adelante y mantener la velocidad. Una palabra de aliento produce grandes beneficios.

Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo.

Se quedan acompañándolo hasta que está nuevamente en condiciones de volar o hasta que muere, y sólo entonces los dos acompañantes vuelven a su bandada o se unen a otro grupo. Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso nos mantendríamos uno al lado del otro apoyándonos y acompañándonos.

Envió: Jorge Guzmán B.

Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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Huellas

Una noche tuve un sueño.

Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor.

Y en el cielo se reflejaban escenas de mi vida.

Por cada escena que pasaba percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: un par eran mías y el otro par del Señor.

Cuando la última escena de mi vida pasó delante de nosotros miré hacia atrás, y noté que en el camino de la vida muchas veces había un solo par de pisadas en la arena. Noté que esto también sucedió en los momentos más difíciles y angustiosos de mi vida.

Realmente eso me turbó y pregunté al Señor: «Vos me dijiste cuando yo resolví seguirte que estás siempre conmigo, pero me di cuenta que en los peores momento había sólo dos pisadas en la arena.

¿Por qué me dejaste en las horas que más te necesitaba?»

Pero el Señor me respondió: «Hijo mío, yo te amo y jamás te dejaría en los momentos de sufrimiento. Cuando viste en la arena un par de pisadas, era justamente cuando te cargaba en mis brazos».

Colaboración de Cristina Minolli

“En vuestras dificultades, en los momentos de prueba y desaliento, cuando parece que toda dedicación está como vacía de interés y de valor, ¡tened presente que Dios conoce vuestros afanes!¡Dios os ama uno por uno, está cercano a vosotros, os comprende!

Confiad en Él, y en esta certeza encontrad el coraje y la alegría para cumplir con amor y con gozo vuestro deber.

Extraído del libro ORAR del Papa Juan Pablo II.

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Oponerse con amor

Amar a alguien no quiere decir que debamos acceder inmediatamente a todos sus caprichos. En algunas ocasiones, el amor se manifiesta al decir “no” a una actitud o deseo dañino. Pero nuestra oposición ha de ser tierna, sin odio ni aires de superioridad. Se trata de un difícil arte.

Avanza lentamente. Recuerda que vale más no reaccionar a instancias del furor del momento. Habla y actúa cuando puedas hacerlo con amabilidad y paciencia. Recuerda asimismo que la mejor manera de hacer que alguien cambie es dar forma a ese cambio con el propio ejemplo.

Los grandes amigos de Dios, tales como Santa Teresa de Ávila o el Mahatma Gandhi, veían al Señor en el corazón de todos aquellos que los rodeaban. Ésta es la visión que les permitía tratar a los demás con amor y respeto aún en medio de la más encendida oposición. Puede llevar tiempo, pero no existe quien sea inmune a esta clase de amor.

Extraído del libro Palabras para vivir – Inspiración para cada día

De Eknath Easwaran edit. Atlántida

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Aprendí y decidí

Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar...
decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
 y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos,
aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar,
descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui,
me dejó de importar quién ganara o perdiera,
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener,
es tener el derecho de llamar a alguien "Amigo".
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento,
"el amor es una filosofía de vida".
Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente;
aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día decidí cambiar tantas cosas...
aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad,
desde aquel día ya no duermo para descansar...
ahora simplemente duermo para soñar.
 
Walt Disney
 
 
 
Envió:  Hope de la Garza
 
Extraído del Portal Católico www.encuentra.com

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Una sesión de limpieza interior

No tengas miedo del ayer.

Tus recuerdos se agolpan en la puerta de la memoria

pujando por salir a la superficie de la conciencia.

No tengas miedo… Déjalos salir.

Mira cada recuerdo como si fuera hoy.

Escucha aquellas palabras que tan lejanas pueden parecerte.

Deja que todo tu ser se inunde del ayer.

Recuérdalo…

Cada minuto, cada silencio. Sus nombres, sus voces, sus miradas.

Hay en cada gota de emoción una lágrima a punto de quemarte las mejillas.

No permitas que tu corazón se quede a mitad de camino sin haberse curado.

Y cuando estés en el silencio de tus recuerdos…

Inspira….profundamente…Inspira.

Toma todo el aire que quieras, aspira todo ese recuerdo y rescata lo mejor.

Incorpora nuevamente a tu ser interno toda esa energía de aquel ayer,

y al exhalar deja que toda tristeza por los tiempos idos realmente se vaya,

exhala toda energía negativa que haya quedado en tu interior,

y deja marchar esos cúmulos energéticos que no te hacen bien.

Respira… Respira… Respira… y déjate ser.

Permite que hoy sea mejor.

Aspira todo el universo que quiere estar en tu conciencia

y sé conciencia… y sé universo.

Verás que con los días todo estará un poco mejor.

Un rayo de luz llegará a tu conciencia,

sin saberlo has hecho el trabajo de darle a Dios lo que Dios quería:

tus experiencias, tu confesión verdadera.

A veces nos aferramos tanto a los recuerdos

que llega un momento en que nos cuesta caminar,

nos cuesta entender lo nuevo de cada día,

pues estamos aún inmersos en las discusiones del ayer.

Yo sé que cuesta mucho superar un mal momento, sé que duele muchísimo acordarse de aquellos a los que hemos amado tanto y ya no están, pero si limpiáramos nuestro interior de excesivas cargas emocionales, verías que habría un poco más de lugar para ampliar nuestro horizonte espiritual…

Te darías cuenta que ellos que ya no están en la tierra

aún nos sonríen desde el espíritu.

Habría una oportunidad de acrecentar nuestra conciencia

hasta límites mayores de los que hoy recorremos.

Vacía el contenido emocional de tus recuerdos.

No te aferres a ellos como a una bolsa de tesoros.

Ama cada instante vivido y suéltalos tal como harías con un pájaro

que quiere libertad y lo sueltas una mañana de sol en primavera.

Para ello utiliza la respiración conciente, utiliza el poder de la conciencia,

extrae de tu interior los recuerdos que te atan y desátalos suavemente con el aire.

Al exhalar imagina cada escena volando en el espacio a tu alrededor

hasta que finalmente levanta vuelo y …. ya no te pertenece….

Ahora duerme en tu paz…»

 

Miguel Angel Arcel

Colaboración de Clementina Uncal

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Dios, habla conmigo

Un hombre susurró: Dios, habla conmigo;

y un ruiseñor comenzó a cantar, pero el hombre no oyó.

Entonces el hombre repitió : Dios, habla conmigo;

y el eco de un trueno se oyó, mas el hombre fue incapaz de oír.

El hombre miró alrededor y dijo: Dios, déjame verte;

y una estrella brillo en el cielo, pero el hombre no la vio.

El hombre comenzó a gritar: Dios, muéstrame un milagro;

y un niño nació, mas el hombre no sintió el latir de la vida.

Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:

Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo…

y una mariposa se posó suavemente en su hombro;

el hombre espantó la mariposa con la mano

y desilusionado continuó su camino, triste, solo y con miedo.

Hasta cuando tenemos que sufrir para comprender
que Dios está siempre donde está la vida ???

Hasta cuando mantendremos nuestros ojos

y nuestros corazones cerrados para los milagros de la vida

que se presentan diariamente en todo momento ???

 

 

(canto Indigena – Traducida y adaptada del Libro By San Etioy)

Colaboración de Clementina Uncal
 

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Despedida

Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos, y gracias a Internet está siendo difundida.

Les recomiendo su lectura porque es verdaderamente conmovedor este corto texto escrito por uno de los Latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos.

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos…

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida… No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.

Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría «te quiero» y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.

El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles «lo siento», «perdóname», «por favor», «gracias» y todas las palabras de amor que conoces.

Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan.

Ponle acción a tus sueños. El momento es este. Y la oportunidad es tuya, se te dio a ti, por algún motivo fuiste creado y elegido. Haz brillar eso que te hace único.”

 
Colaboración de Irene Walsh
 

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Al Final de la Jornada

Y al final de la jornada, cuando el día ha terminado y busques descanso para el cuerpo, dedica unos momentos de vuestro tiempo para examinar vuestra conciencia.

Revive en tu mente lo vivido en el día que termina. Lo bueno y lo malo que hayas hecho. Tus pensamientos, tus palabras, tus obras, y … aprende de todo ello.

Al valorar tus actos, pensamientos y palabras, no lo hagas con el fiel de la balanza humana, ve al juez que en nosotros mora, aquel que nos conoce y que sabe todo sobre nosotros.

Y él dará la sentencia justa y sabia. Con la voz de la conciencia que habla al corazón. Aquella que hablará por vos al final de la jornada.

Y no te lamentes del mal que pudiste haber hecho, porque eso destruye. Pero, aprende, sí y enmienda tus errores. Así tu experiencia crecerá y los errores cometidos no volverán a serlo.

No es error caer en falta, sino el volver a caer en ella repetidas veces. Porque entonces ya no podrás decir que no lo sabías.

Y aún mayor error es no saber levantarse cuando se ha caído, porque eso es cobardía. Así, no lamentes tus errores y empieza de nuevo. Porque la vida es un eterno comienzo. Al final de un horizonte siempre hay otro nuevo, y donde termina un camino empieza otro.

Y extrae lo mejor de lo bueno que hayas hecho, para guardarlo como un tesoro en vuestro corazón. Acumula allí tales tesoros y serás rico. Y nadie podrá quitarte tal riqueza, ni aún la muerte que destruye la materia.

Porque esa riqueza es del espíritu, y estará allí donde vos estés. Y es en verdad la única riqueza que podrás llevarte de este mundo.

No atesores pues riquezas en vuestras arcas de oro. Porque no habrá de mirar allí el Padre en la hora de las cuentas, sino en las arcas del alma.

Analiza tus obras cada día y aprende de ellas. Así conocerás un poco de vuestra naturaleza y llegarás al conocimiento de vos mismo.

Así cada día tu hoy será mejor que tu ayer y mañana será mejor que hoy. Y si de verdad sos sincero con vos mismo, cada día serás mejor de los que sos.

Tu vida es como un lienzo en el que grabas tus obras. Creas colores, matices y trazas líneas con tus pensamientos y tus obras. Y cada uno de ellos deja su huella en el libro de la vida.

…Y al final de la jornada, cuando termine tu paso por la tierra te detendrás en el umbral del mundo a contemplar tu obra. Y verás reflejado en ella todo cuanto hiciste.

Tus más recónditos pensamientos, tus más silenciosas palabras, tus más nimios actos, habrán dejado su huella en el libro de la vida.

Mira qué has puesto y qué habrás de poner en tu lienzo, porque de todo eso vos mismo serás el juez.

Y no hay en verdad juez más severo que el hombre cuando se juzga a sí mismo, ni peor infierno que aquel creado por su conciencia.

Porque el Padre nos ama por encima de todo.

 

Colaboración de Cristina Minolli
 
 

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Instrucciones para la vida:

1. Come mucho arroz integral.

2. Dale a la gente mas de lo que esperan y hazlo con gusto.

3. Memoriza tu poema favorito.

4. No creas en todo lo que escuchas, no gastes todo lo que tienes, ni duermas todo lo que quieras.

5. Cuando digas «te amo», dilo de verdad…

6. Cuando digas «lo siento», mira a la persona a los ojos.

7. Cree en el amor a primera vista.

8. Jamás te burles de los sueños de los demás.

9. Ama profunda y apasionadamente, puedes salir herido, pero esa es la única manera de vivir la vida completamente.

10. Enfrente a los desacuerdos, pelea limpio, no ofendas.

11. No juzgues a los demás por sus parientes.

12. Habla lentamente, pero piensa con rapidez.

13. Cuando alguien te haga una pregunta que no quieres responder, sonríe y pregúntale «¿por qué quieres saber?»

14. Recuerda que el amor mas grande y los mas grandes logros involucran mayores riesgos.

15. Llama a tu mamá, si esto no es posible al menos piensa en ella.

16. Di «SALUD», cuando escuches a alguien estornudar.

17. Cuando pierdas, no pierdas la lección.

18. Recuerda la tres R’s: Respeto a ti mismo, Respeto a los demás, y Responsabilidad para todas tus acciones.

19. No permitas que una pequeña disputa dañe una gran amistad.

20. Cuando te des cuenta que has cometido un error, toma medidas inmediatas para corregirlo.

21. Sonríe cuando respondas al teléfono, quien llama lo podrá escuchar en tu voz.

22. Cásate con una persona que guste de conversar, pues cuando llegue la vejez las habilidades de conversador(a) serán mas importantes que cualquier otra.

23. Pasa algún tiempo en soledad

24. Abre tus brazos al cambio, pero no te desprendas de tus valores.

25. Recuerda que el silencio es, a veces, la mejor respuesta.

26. Lee mas libros y mira menos TV.

27. Vive una vida buena y honorable. Luego, cuando te hagas viejo y recuerdes el pasado, veras como la disfrutas por segunda vez.

28. Confía en Dios, pero cierra bien tu auto.

29. Una atmósfera amorosa en tu hogar es importante.

30. Haz todo lo posible para crear un hogar tranquilo y armonioso.

31. Ante desacuerdos con tus seres queridos, céntrate en la situación presente.

32. No traigas de vuelta el pasado.

33. Lee entre líneas.

34. Comparte tu conocimiento. Es una manera de lograr la inmortalidad.

35. Se gentil con el planeta….

36. Jamás interrumpas cuando estés siendo halagado.

37. Ocúpate de tus propios asuntos.

38. No confíes en un hombre/mujer que no cierre los ojos cuando lo/la besas.

39. Una vez al año, visita algún lugar donde nunca hayas estado.

40. Si ganas mucho dinero, disponlo para ayudar a otros mientras estés con vida. Esa es la mayor satisfacción que la fortuna te puede dar.

41. Recuerda que el no conseguir lo que quieres es a veces un golpe de suerte

42. Aprende todas la reglas y luego… rompe algunas.

43. Recuerda que la mejor de las relaciones es aquella donde el amor entre dos personas es mas grande que la necesidad del uno por el otro.

44. Juzga tu éxito en la medida de lo que tuviste que renunciar para obtenerlo.

45. Aborda el amor y la cocina con un cierto temerario abandono.

Colaboración de Marta Zaghini
 
 

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Plegaria de un padre

Dame, Señor, un hijo…

Que tenga la fortaleza de reconocer cuando ha flaqueado;

el valor de enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.
Un hijo que lleve alta la frente en la honrada adversidad de la derrota,

y que sea modesto y gentil en la victoria.
Un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho;

que no se contente con sólo desear en vez de realizar.
Un hijo que te conozca a Tí y se conozca a sí mismo

y sepa que en conocerse a sí mismo se encuentra el fundamento de todo saber.
No lo guíes, Señor, por el camino cómodo y fácil, sino por el sendero áspero, espinoso y difícil donde las dificultades son acicate y reto para vencerlas. Allí…déjalo que aprenda a hacer frente a las tempestades,

a sostenerse firme y seguro en medio de ellas.
Dame, Señor, un hijo capaz de compadecerse de los que flaquean y fracasan.

De sano corazón y altos ideales; capaz de dominarse él mismo

antes de pretender dominar a los demás.
Un hijo que aprenda a reír…pero que también sepa llorar.

Un hijo que avance hacia el futuro sin desentenderse jamás de lo pasado.

Y después de haberle concedido todo eso, imploro de ti, Dios mío, le concedas…
Suficiente sentido de buen humor para proceder con seriedad

sin tomarse a sí mismo demasiado en serio.

Humildad y sencillez, compañeros de la verdadera grandeza.

Una mente abierta e imparcial, propia de los verdaderamente sabios.

Y la mansedumbre de los verdaderamente fuertes.

Porque entonces, Señor, Yo, el padre de tal hijo me atreveré a susurrar

en lo más profundo de mi corazón…
«No he vivido en vano».
General Douglas Mac Arthur

Colaboración de Cristina Minolli
 

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Verbos

REGALAR una sonrisa cada día.

Con ella te sentirás feliz vos y quien la reciba.

 

SOÑAR Y VOLAR aunque nuestros pies toquen la Tierra.

 

LLORAR cuando una nostalgia o tristeza te lo pida.

Una lágrima no es debilidad, ayuda a recuperar una sonrisa.

 

PERDONAR tus propios tropiezos y de los demás.

Lo importante es darte y dar la posibilidad de pararse y volver a caminar.

 

INTENTAR todo lo que sientas latir en tu corazón y en tu alma.

Confiado que te hará feliz.

 

VALORAR los pequeños como los grandes regalos que te dé la vida.

Juntos llenarán tu corazón de felicidad.

 

GUARDAR cada enseñanza recibida, cada afecto compartido.

Como tesoro que por siempre te harán sentir vivo.

 

DESCARTAR aquello que pueda hacerte daño o sepas que no tiene sentido.

 

RESCATAR todo lo que te permita crecer y ser feliz en familia y con amigos.

 

COMPARTIR con todos los que te rodean, lo mejor de vos

y sentir que vale la pena creer, soñar y vivir por un mundo mejor.

 

 

Colaboración de Clementina Uncal
 
 

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En vida hermano, en vida

Si quieres hacer feliz

a alguien que quieras mucho…

díselo hoy, sé sincero

en vida, hermano, en vida

Si deseas dar una flor,

no esperes a que se mueran

mándalas hoy con amor…

en vida, hermano, en vida

Si deseas decir “ te quiero”

a la gente de tu casa

al amigo cerca ó lejos

en vida, hermano, en vida

No esperes a que se muera

la gente para quererla

y hacerle sentir tu afecto

en vida, hermano, en vida

Tu serás muy venturoso

si aprendes a hacer felices,

a todos los que conozcas

en vida, hermano, en vida

Nunca visites panteones,

ni llenes tumbas de flores,

llena de amor corazones

en vida, hermano, en vida

Anamaría Rabatté

Poetisa mexicana

 

 

Colaboración de Elsa y Eduardo Gerding

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El alba de la esperanza

Cuando el alma camina junto al corazón, la fuerza del espíritu nos lleva a la eternidad…..

El alba, luz, fuente, comienzo….empezar no es fácil, debemos seguir huellas indelebles de constantes esfuerzos.

Sentir que el tiempo no borra las imágenes, sino que perdura el estigma de la ilusión. Soñar los sentimientos de ayer, de hoy, de siempre. Llevarlos en un camino de primavera, siguiendo el vuelo del viento, en un sonido fugaz….

Saber que la esperanza es un motivo de vida, de alegría, que nos permite hablar en futuro, con ojos profundos de estrellas sabias.

Nacer, existir, vivir y nunca morir: cuando entendemos que el ser humano es la evolución de lo infinito………..

Clementina 29-8-01

 
 
Colaboración de Clementina Uncal
 
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